Por Néstor Forero
El siguiente artículo corresponde al Capítulo 6 del libro “El Crimen de la Deuda Externa. De Martínez de Hoz a los fondos buitre” (2016), Buenos Aires, Argentina. Ediciones Fabro.
Según el diccionario de la Real Academia Española:
Develar (del latín develáre): levantar el velo, quitar o descorrer el velo que cubre algo.
Mientras que,
Debelar (del latín debellare): rendir a fuerza de armas al enemigo.
Debelar, según el derecho romano, es el aniquilamiento del Estado a causa de una conquista.
Existe un principio del derecho romano trasladado al derecho público internacional que proviene del principio de debellatio, que define el aniquilamiento de los conquistados.
El profesor Risso Romano, en su Tratado de Derecho Público Internacional, señala que la debelación es la desintegración como consecuencia de una guerra de conquista. Por su parte, Seille señala que la debelación constituye un hecho ilegal que no interrumpe la existencia jurídica de un Estado, pero lo afecta irremediablemente. La debelación, así entendida, es la consecuencia de una guerra injusta.
Y vaya si la nuestra ha sido una guerra injusta, librada en nuestro propio territorio, de manera silenciosa y silenciada, que afecta a la mayoría de los argentinos, aunque por pereza intelectual, comodidad, justificación de la situación o falta de entendimiento global de la situación, no hemos hallado la forma de canalizar la íntima y profunda voluntad de librarnos de nuestros conquistadores.
Y es que el conquistador con mano diestra supo utilizar los elementos nativos antes que los foráneos para hacer rendir a nuestra Nación.
En esta lógica, Ias peleas políticas se reducen a cuestiones de quién es el mejor administrador a los fines del Imperio.
Para nosotros, el período que comienza el 24 de marzo de 1976, y aún antes, hasta la entrada a este nuevo siglo, debe ser considerado como un proceso de debelación, donde la derrota de las armas en nuestra Guerra Nacional de Malvinas fue el instrumento utilizado para apresurar las modificaciones estructurales y destruir la revolución iniciada por Perón, tal como lo señala el profesor Ferns, cuyos conceptos están recogidos en estas páginas.
Malvinas y Deuda Externa, dos elementos permanentes de nuestra lucha popular y, a la vez, dos instrumentos para vaciar nuestro patrimonio y entregarlo en parte de pago a los vencedores de la contienda austral.
Esto explicaría por qué Gran Bretaña y sus aliados no invadieron el continente durante la disputa militar; el argumento de que una invasión continental despertaría una conciencia latinoamericana, y consecuentemente se levantarían los pueblos hermanos en pos de una causa común ante el imperialismo, no alcanza a explicar la no invasión. Hechos anteriores y posteriores nos demuestran que no han tenido pruritos en invadir y masacrar pueblos enteros en nombre de ahuecados valores y mentiras consuetudinarias.
La no invasión militar al continente puede explicarse de la siguiente manera: ¿para qué arriesgarse si, con solo unos años más, se firmarían los Tratados de Madrid y Londres, y con ellos se consolidaría un nuevo estatuto del vasallaje?
“Si se ha de permitir que un niño viva otro debe darle su lugar”, la célebre máxima del Reverendo Thomas Robert Malthus, cura de Albury, Surrey, Inglaterra, receptada en su famoso ensayo de 1798: Ensayo sobre el principio de la población en cuanto afecta al futuro mejoramiento de la sociedad; con observaciones sobre las especulaciones de Mr. Golwin, M. Condorcet y otros escritores, para desgracia del género humano no ha dejado de tener vigencia para los esclavistas del poder mundial que pretenden aplicarla a toda la humanidad.
Aquel que nacido niño el 13 de febrero de 1766, a las tres semanas de vida fue visitado por las luminarias de su tiempo, David Hume y Jean Jacques Rousseau, como sendos “reyes magos paganos“, y educado por su padre en las ideas liberales y fortalecido luego por su paso por la Universidad de Cambridge, sigue siendo el foco que ilumina a los planificadores del genocidio humano.
En efecto, la ideología imperial del genocidio humano hace campaña sobre una supuesta sobrepoblación del mundo, insistiendo en que la hambruna y el agotamiento de los recursos son las razones principales para limitar la reproducción humana. Y que en esta limitación está en juego el bienestar de los sobrevivientes.
Sobre un mundo que se asoma a una población mundial de 7 mil millones de personas, ellos planean un mundo de 2 mil millones, el resto es un excedente del cual hay que desembarazarse.
“Todos los niños que nazcan por encima de los necesarios para mantener la población al nivel deseado, deben perecer, a menos que se les haga espacio por la muerte de otras personas. Por tanto, debemos facilitar las acciones de la naturaleza que produzcan dicha mortalidad y no soñar torpe y vanamente con impedirlas. Si nos asusta la aparición de la hambruna, debemos facilitar las otras formas de destrucción que impulsaremos a la naturaleza a usar”.
La ya conocida Acta de Seguridad Nacional Nº 200 elaborada por Sir Henry Kissinger para el entonces presidente norteamericano Richard Nixon, recepta estos conceptos, cuando señala que “un crecimiento desmedido de la población en los países en desarrollo podría constituirse en una rebeldía contra los países ricos”.
Los pobres del mundo son motivo de inseguridad para los poderosos.
Exterminar a casi 5 mil millones de seres humanos es el plan que han puesto en marcha para consolidar su seguridad.
Bilderberg, C.F.R., Club de Roma, son algunos de los organismos donde se planifica esta matanza, utilizando las más variadas formas de sometimiento material, ideológico, psíquico y espiritual, utilizando los más sofisticados mecanismos de aculturación y dominio, seduciendo a las futuras víctimas con los más variados y sutiles argumentos que faciliten el adormecimiento para su posterior devastación.
El control de natalidad, las guerras químicas (drogas) y bacteriológicas (HIV), son algunas de las formas de destrucción que impulsan a la naturaleza a tomar, mientras se convierten en fenomenales negocios, que por su magnitud compiten con el tráfico de armas y la explotación de personas.
Así, las nuevas culturas basadas en el individualismo, el hedonismo y el utilitarismo, permite aportar nuevas materias primas de los niños que nacidos son un riesgo para los poderosos; ese riesgo se elimina con el aborto, así los fetos abortados se convierten en una nueva materia prima para la industria farmacéutica; por ejemplo, las células de los abortados se utilizan para producir piel artificial.
El argumento de la superpoblación como causa de la pobreza no resiste el menor análisis y, sin embargo, lo escuchamos a diario. Ciudades como Bangkok, Seúl, Singapur, Tokio y Hong Kong están superpobladas y, sin embargo, son prósperas. Taiwán tiene una densidad demográfica de 912,5 habitantes por kilómetro cuadrado y un producto interno bruto per cápita de 16.500 dólares por habitante, mientras que China tiene una densidad de 225 habitantes por kilómetro cuadrado y un PIB per cápita de 3.600 dólares.
En África y en América Latina, continentes empobrecidos, la densidad es de 80 y 55 habitantes por kilómetro cuadrado, respectivamente; en Europa, continente desarrollado, la densidad poblacional es de 213 habitantes por kilómetro cuadrado.
La causa de la pobreza no es la sobrepoblación, sino la explotación del hombre por el hombre.
De hecho, si se invitara a toda la población mundial a una mega fiesta y se calculara medio metro cuadrado por cada invitado (el doble del espacio que se calcula en los subterráneos) serían necesarios 3.850 kilómetros cuadrados para que cupieran todos los invitados terrestres. Para alojar a todos en la mega fiesta alcanzaría con la superficie del emirato de Dubai, o el estado de Rhode Island, en EE.UU., el resto de la superficie del planeta se presentaría desocupada.
Y si sólo quisiéramos sacarnos una foto de los casi 7.000 millones de habitantes del planeta, puestos uno al lado del otro, hombro con hombro, se necesitarían 1.200 kilómetros cuadrados, alcanzaría con la ciudad de Los Ángeles, y tendríamos que estar parados casi una hora para que el fotógrafo dijese “sonrían” en las casi 6.900 lenguas que se hablan en el mundo.
Los recursos naturales no corren el riesgo de agotarse, las nuevas tecnologías en la producción de alimentos así lo demuestran. Lo que corre riesgo en agotarse es el mismísimo hombre; la pobreza, entonces, no es más que la cara del fracaso del hombre mismo en la administración y distribución de los recursos.
Las alzas descomunales de los precios de los alimentos son producto del accionar especulativo de los centros financieros internacionales, fundamentalmente en el eje agro-mercantilista de Kansas-Minneapolis-Londres, una docena de compañías claves, aliadas a otras 40 de mediana envergadura, dominan la cadena alimenticia, cuya cúpula es el cártel de granos compuesto por Cargill, Continental CGC, Archer Daniels Midlands (ADM), Louis Dreyfus, André y Bunge y Born. Con dominio casi absoluto sobre los cereales: trigo, maíz, avena, sorgo, cebada y centeno; hasta las carnes: lácteos, aceites, grasas comestibles, frutas, vegetales, azúcar y especias.
Alfredo Jalife Rahme nos amplía la constitución del cártel: ADM, Unilever, Pillsbury, Cargill y Cadbury se subdividen en:
1) Granos: Continental, Cargill, Bunge y Bom, Louis Dreyfus. ADM-Toepfer, André, Quaker Oats;
2) Carnes: BO, Conagra, Cargill; Sara Lee, Hormel;
3) Lácteos: Nestlé, Borden, Kraft, M.E. Frank, HoogWegt, Unilever;
4) Aceites y grasas comestibles: Unilever, ADM, Procter & Gamble;
5) Azúcar y cacao: Nestlé, Tate & Lyle, Cadbury;
6) Bebidas: Guinness, Bass, Seagram, Coca Cola, Pepsi Cola, Anheuser Busch;
7) Distribución: Nestlé, Grand Metropolitan Pillsbury, RJR Nabisco, Phillip Morris, Kellogg's, General Mills, United Biscuit, BSN, Hillsdown Holding, Ralston Purina, Safeway y Chiquita Internacional, y
8) Las patentes agro-farmacéuticas son lideradas por Monsanto, Cargill, Dupont y Novartis.
Todos estos conglomerados están sostenidos financieramente con las grandes corporaciones bancarias y financieras mundiales, que en la última y no acabada crisis financiera obligaron a los gobernantes a trasladar sus pérdidas a las espaldas de sus contribuyentes, sometiéndolos a una cadena infinita de ajustes fiscales que recién comienzan, y que los argentinos conocemos en carne propia.
El oligopolio mundialista nos somete a una triple exacción; somete a ajuste fiscal a los gobiernos endeudados para salvar los bancos (tal como ayer lo hizo con el Tercer mundo al colocar su excedente de petrodólares) constituyendo deudas externas fraudulentas, a espaldas de la voluntad popular e imposibles de pagar. Por otro lado, con el alza desmedida de los precios del petróleo y la canasta alimentaria, reduce el poder de compra de las poblaciones.
Si este alza de precios de la canasta alimentaria reduce el poder de compra en los países desarrollados, en los países en desarrollo los arroja a la hambruna de millones de personas. que no logran con su trabajo en condiciones extremas (cuando lo tienen) cubrir las necesidades básicas propias y de su familia. Más del 20% de la población mundial vive con menos de 2 dólares diarios.
La represión de las masas hambrientas asume un nuevo ingreso por la venta de armas. La guerra siempre ha sido uno de los métodos más eficaces para imponer los ajustes y disciplinar a los pueblos.
Y el tercer mecanismo de exacción es la fuga de capitales. Dado que la fuga de capitales está fuertemente ligada a la evasión fiscal (evasión en sentido amplio incluye la elusión), y la evasión fiscal resta recursos tributarios vitales a los Estados, estos estados así saqueados en sus derechos soberanos no recaudan los medios para hacer frente a las necesidades básicas de sus ciudadanos. Así, la fuga de capitales refuerza la miseria en el planeta.
Se estima que el ingreso anual mundial de las fortunas personales no declaradas (no se incluyen las empresas) oscilaría entre los 860.000 millones de dólares estadounidenses, un impuesto a las ganancias del 30% arrojaría una recaudación de 255.000 millones de dólares anuales.
Por su parte, las Naciones Unidas estimaban que para cumplir con los Objetivos del Milenio, que proyecta reducir la pobreza a la mitad para el año 2015, se necesitaban 135.000 millones de dólares. Es decir, que con casi la mitad de la recaudación evadida (sólo de los particulares) se financiaría la salida de la pobreza de la mitad de los pobres del planeta.
Según un informe del 1 de agosto de 2006, de la Subcomisión Permanente del Senado de los EE.UU., se calculaba un PIB Mundial de 45 billones de dólares, de esos 45 billones unos 33 billones de dólares corresponden a la titularidad de 8,5 millones de personas. Un tercio, 11,8 billones de dólares, se encuentra canalizado a través de paraísos fiscales.
Las consecuencias más visibles de la fuga de capitales son:
1) restar recursos nacionales para un plan de desarrollo;
2) una regresiva distribución del ingreso;
3) el debilitamiento del empleo y de las condiciones de trabajo:
4) la pérdida de capital doméstico genera una sustantiva disminución de la utilidad social de los recursos; y
5) un condicionamiento estructural de la economía y la constitución de un gran inhibidor de las políticas públicas, el poder de veto de los agentes fugadores y facilitadores de la fuga de capitales.
Los métodos más conocidos para implementar este mecanismo de evasión-fuga son:
a) la economía informal;
b) las fortunas domiciliadas en paraísos fiscales;
C) los métodos elusivos que permiten expatriar utilidades sin el correspondiente pago de impuestos;
d) la sobreestimación de las importaciones y subestimación de las exportaciones, y
e) la ingeniería fiscal, a través de los precios de transferencias, donde dado que el 40% del comercio mundial se desarrolla entre empresas del mismo grupo económico, permite a los planificadores fiscales alojar las mayores ganancias en territorios de baja o nula tributación.
De allí el florecimiento de los paraísos fiscales. Entre 1970 y el 2004, los paraísos fiscales reconocidos han pasado de 25 a 72. Muchos de ellos están instalados en pequeños países dependientes de las grandes naciones del Norte.
Sólo 35 de los 72 paraísos fiscales individualizados están jurídica, económica y/o históricamente ligados al Reino Unido.
LA INCIDENCIA DEL REVERENDO MALTHUS EN EL PENSAMIENTO GLOBALIZADOR
El reverendo Thomas Malthus, autor muy difundido entre los grupos de poder mundial, señalaba hace unos doscientos años que las sociedades se encontrarían imposibilitadas de alcanzar un bienestar generalizado, ya que la población crecería más rápido que los medios de producción. De esta forma, se agotarían los medios de subsistencia, a menos que hambrunas, enfermedades, guerras, vicios, miserias o una limitación planificada frenaran su crecimiento poblacional.
Los controladores de la población eran para Malthus el aumento del índice de mortalidad (a través de guerras, hambrunas, epidemias y vicios) al que llamaba controlador positivo, y los controles preventivos que estaban dados por la reducción de los índices de natalidad (el trajinado tema del control de la natalidad y su ropaje moderno: la concepción responsable).
Responsables de la ejecución de estos principios son los organismos multilaterales de crédito, auditores de los países y verdaderos agentes de cobro de los acreedores.
No es que han fallado las principales instituciones que gobiernan la globalización: El Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio. No es que se hayan desviado de su original cometido, tal como señala Joseph Stiglitz (ex Vicepresidente del Banco Mundial y Premio Nobel de Economía), sino que están cumpliendo su real cometido, sólo que se han caído las máscaras y los símbolos sin rostros del orden económico mundial nos sonríen cínicos desde sus calaveras.
Al Fondo Monetario Internacional, en Bretton Woods, se le encargó impedir una nueva depresión global. Originariamente, lo conseguiría descargando presión internacional sobre los países que no cumplieran con su responsabilidad y dejaran que se desplomaran los mercados.
Así como la Organización de Naciones Unidas nació de la creencia en la necesidad de una acción colectiva a nivel global para lograr la estabilidad política, el FMI surgió de la creencia de una acción colectiva a nivel global para lograr la estabilidad económica. En la ONU, un grupo de países ostenta el derecho de veto de cualquier iniciativa. En el FMI, sólo los Estados Unidos, basado en su poder económico, ostenta el derecho a veto.
Nacido de la idea de John Maynard Keynes, el FMI ha variado en su operatoria; hoy sólo aporta fondos si los países están dispuestos a recortar presupuestos, aumentar los impuestos y elevar las tasas de interés, lo que contrae a la economía. Como dice Stiglitz: Keynes se revolvería en su tumba si supiese lo que ha sucedido con su criatura.
Por su parte, el Banco Mundial también sufrió drásticos cambios en la década de los ochenta con el advenimiento de Ronald Reagan en los Estados Unidos y Margaret Thatcher en el Reino Unido, propulsores de un Nuevo Orden, impuesto a sangre y fuego.
Basados en la libertad de los mercados, la nueva conducción del Banco Mundial en 1981, con su economista jefe Anne Krueger, estimó que los fracasos de los planes de desarrollo se debían a la intervención del Estado. Enunciaron entonces una receta única para todos los problemas económicos del mundo: El Estado era el problema, la solución de los males de los países subdesarrollados era el libre mercado.
La Organización Mundial de Comercio, nacida mucho tiempo después de las otras instituciones, no ha podido atenuar la política de “empobrecer al vecino” mediante la política arancelaria y cupos de comercialización, sino que agravó aún más la brecha tecnológica entre los países desarrollados y el resto. La ley de patentes medicinales, que beneficia a los grandes conglomerados farmacéuticos a costa de la salud de poblaciones enteras, es sólo un ejemplo.
El Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT) ha renovado el proteccionismo de los poderosos, la “guerra agrícola”, las áreas de productos textiles, el hierro, el acero, los petroquímicos, las patentes medicinales son algunos de los campos en los que las Naciones más desarrolladas emplean subsidios y barreras no arancelarias para la consecución de sus objetivos de dominación frente a los países subdesarrollados, debido a la debilidad económica de éstos, su limitada importancia como mercados y su escaso o nulo poder de represalia, lo que los convierte en objetivos fáciles. De acuerdo con una reciente estadística, el 31% de las exportaciones industriales del Sur está sujeto a barreras no arancelarias de los países del Norte.
Dice Stiglitz: “la sacralización del libre mercado en los ochenta formó parte del nuevo Consenso de Washington, entre el FMI, el Banco Mundial, y el Tesoro de EE.UU. se diseñó las políticas correctas para los países subdesarrollados ", y agrega: “muchas de las ideas incorporadas al Consenso fueron desarrolladas como respuesta a los problemas de América Latina”.
Un par de pensadores nos aclaran un poco más las ideas del Consenso. Richard Feinberg se preguntaba si la deuda “era una carga perversa para la estabilización y el ajuste, a un catalizador para forzar el cambio, una palanca externa que el F.M.I. podía utilizar en pos de la reforma".
Por su parte, Richard Webb señaló de manera drástica que no se trata de dar alivio a los problemas de la deuda, porque eso retrasaría las decisiones políticas: “sólo la desesperación puede provocar el ajuste”.
Pero estos verdaderos “filántropos de las multinacionales" no actúan solos.
Aurelio Peccei, Presidente del Club de Roma, en octubre de 1979, señalaba como responsable de la crisis de Occidente al cristianismo. Han muerto las ideologías, las religiones, los Estado-nación, las soberanías, lo importante es la convergencia y el dinero en un futuro mundialista en que las transnacionales aspiran a quedarse con la mejor parte a expensas de la esclavizada “especie humana”, como llaman estos filántropos a la humanidad.
¿PERO QUIÉNES SON ESTOS FILÁNTROPOS?
Históricamente, ha habido sectores aglutinados a través de logias y otros tipos de aglutinamiento tendientes a lograr el control mundial, pero desde fines del siglo XIX se han ido creando una serie de organismos, en su mayoría de carácter privado, mediante los cuales unas minorías influyentes muy reducidas han tratado y de hecho han conseguido imponer su criterio en el mundo entero, actuando de manera decisiva sobre los gobiernos nacionales y los parlamentos.
¿Pero por qué fechamos como inicio de este proyecto de dominación mundial a finales del siglo XIX?
Si bien sociedades secretas y proyectos de dominación mundial han habido desde los confines de la historia de la humanidad, el cambio producido en la estructura de poder ha sido sustancial.
Siempre se tuvo la idea de que el Poder radicaba tanto en la acumulación de riquezas como en la potencia militar. Un solo Poder, exuberante tanto en riqueza económica como en potencia bélica. Si el Poder ambicionaba determinada riqueza, allí marchaba la potencia militar a apoderarse de la misma. A partir de la constitución de esta red de redes, la relación entre amo y esclavo ya no se hizo tan evidente. Actualmente el G-8 (EE.UU., Gran Bretaña, Japón, Alemania, Francia, Italia, Rusia y Canadá), el grupo de países más desarrollados del planeta, es también el de los más endeudados, valga como ejemplo que EE.UU. es el principal deudor del mundo. ¿Y con quién están endeudados?
La respuesta es evidente: con el sistema financiero mundial.
En la figura de los bancos y las cabezas de las multinacionales, se presenta el verdadero Poder Mundial, que utiliza a los países más desarrollados y sus potencias militares como gendarmes (bien remunerados por cierto) de sus inconmensurables intereses.
El verdadero Poder radica en el Dinero. Y la usura es el método más eficaz de dominación.
Se inicia la serie en Inglaterra, con la creación por Cecil Rhodes, en 1891, de la “Round Table”, cuya misión era mantener unido al Commonwealth a los distintos dominios y colonias del Imperio Británico, así como procurar la unión anglófona. Ante sus indudables resultados positivos, se creó en los Estados Unidos el Consejo de Relaciones Exteriores, también de carácter privado, “apto para mantener la paz en el futuro”, lo que en buen romance quiere decir que controlarla la política de los demás países.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, se creó en Europa el Grupo Bilderberger, cuyos miembros son en general hombres de negocios, financieros y políticos, todos de alto nivel.
Ambos grupos suelen tener intereses en común y en otras disienten fuertemente, en estos disensos deben enmarcarse las disputas entre el área de negocios influenciada por el dólar y el área de negocios influenciada por el euro. Para converger sus intereses, fue creada la Comisión Trilateral, bajo la presidencia de David Rockefeller y conformada por “empresas multinacionales, multimedios de comunicación, fundaciones, entidades de pensadores, estudios jurídicos, consultorías, servicios de inteligencia, representantes de partidos políticos, sindicales, organismos multilaterales de créditos, bancos, instituciones de promoción social, ONG a fines de sus objetivos, etc.” (extractado del informe de la Confederación para el Desarrollo de Europa).
Toda una red de redes para configurar un Gobierno Mundial por arriba y por dentro de los Estados Nacionales.
La conformación, manejo y administración de la deuda externa argentina debe ser enmarcada en esta disputa de estos diversos grupos de poder mundial.
Este grupo de pensadores y de hombres de negocios cree firmemente en la necesidad de un Gobierno Mundial, ya que “las Naciones Unidas han degenerado en un zoo circense, lleno de payasos, monos y locos”, y su obligación es estar al frente de ese gobierno.
Como Malthus, creen que las asistencias a los pobres y las reformas sociales son un fracaso. En su concepción, los pobres no tienen derecho a reclamar asistencia y entienden como un exceso toda retribución al trabajador por encima del límite de satisfacer sus necesidades primarias.
EL PENSAMIENTO DEL DUQUE DE EDIMBURGO
El Duque de Edimburgo en su libro La próxima confrontación de 1987, nos marca el camino con esta declaración: “Lo más caro del sistema monetarista son los sueldos, retribuciones y remuneraciones, que sí se suprimiesen por una moneda bancaria, para que no exista más circulante, se habría ahorrado al sistema monetarista, la hipoteca más grande que tiene”.
¿Cómo?
De la siguiente manera: se le entregará a cada trabajador una tarjeta de crédito bancaria y así la pérdida de un trabajo significará la pérdida de la tarjeta bancaria, que no podrá ser reemplazada ni por ahorros, porque no va a haber moneda circulante en la sociedad, ni por propiedades, las que ya habrán sido enajenadas, y no podrán nunca volver a adquirirse. Se conseguirá así una disciplina en el trabajo nunca vista y un rendimiento jamás logrado por la especie humana.
“¿Es esto una esclavitud?
Sí, la esclavitud es un sistema de trabajo dirigido y con beneficios bancarios marginales”.
Recuérdese entonces que, desde hace unos años, se implementó una tarjeta bancaria para el pago de salarios alegándose que, por este sistema, se combatiría el empleo en negro; sin embargo, los últimos informes señalan que más del 40% de la población ocupada lo hace en la economía informal. Si la tarjeta bancaria fracasó en su cometido y ha generado enormes dificultades como las que se tuvieron durante los feriados bancarios de 2001 y 2002, ¿por qué los sectores “serios” no cuestionan su utilización?
LA DEUDA EN EL MUNDO
A continuación, presentamos la evolución de la deuda externa en el mundo, allí podrá observarse el permanente crecimiento de las obligaciones financieras de los países y regiones.
La deuda externa mundial creció desde antes de desatarse la última crisis global (2006) de 2.267.446,6 mil millones de dólares a 5.393390,7 mil millones de dólares, en solo nueve años Un 137% muy superior al crecimiento del PBI mundial.
La región de Latinoamérica y el Caribe pasó de deber 529.589,7 mil millones en 2006 a deber 1.346.821 mil millones de dólares en 2014, un 154% en medio de una bonanza de precios de sus productos exportables, la mayoría de ellos, materias primas sin o con escaso valor agregado.
Europa y Asia Central pasó de deber 477.860,7 mil millones de dólares en 2006 a deber 1.025.915,7 mil millones de dólares en 2014, un 114%, aunque en el año 2014 la deuda global de la región se contrajo en 4.693,8 mil millones de dólares.
África subsahariana incrementó su deuda en un 104%.
Según el Banco Mundial, de donde obtuvimos estos datos, la deuda mundial se incrementó en este período en 3.125.944,1 mil millones de dólares. Se duplicó y un poco más, en medio de la crisis financiera mundial.
Toda esa masa de recursos y deuda fueron destinados como tributo al Poder Internacional del Dinero.
Allí unos de los motivos por el cual el 1% de la población mundial tiene la misma riqueza que el 99% restante.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señalan que mueren 100.000 por hambre por día;
Cada 5 segundos muere un niño menor a 10 años por hambre;
448 millones de niños carecen del peso mínimo necesario;
840 millones de personas están mal nutridas;
Más de 1.200 millones de personas viven en la pobreza extrema (menos de un dólar al día);
2.800 millones de personas viven con menos de 2 dólares diarios;
Más de 1.000 millones de personas no tienen acceso al agua potable;
880 millones de seres humanos no tienen acceso a la salud;
Más de 1.000 millones no tienen una vivienda estable;
Un niño de cada cinco no tiene acceso a la educación primaria.
En 65 de 110 países encuestados la participación de los asalariados en Ingreso Nacional disminuyó.
La crisis del 2008/09 destruyó 34 millones de puestos de trabajo y se espera que en lo inmediato destruya otros 15.000.000 de puestos de trabajo.
En África Subsahariana, una de cada tres personas sufre de hambre crónica;
30.000 niños menores a 5 años mueren por día de enfermedades evitables.
SIR HENRY KISSINGER
Uno de los pensadores más destacados de este Nuevo Orden Mundial es Henry Kissinger, ex Secretario de Estado de los Estados Unidos y hombre de consulta permanente en temas mundiales. Fue consultado por Martínez de Hoz al comienzo del proceso de endeudamiento, fue consultado por Carlos Menem durante su gobierno y fue contratado por el gobierno de Duhalde para asesoramos en los difíciles temas de la deuda externa. Podríamos decir que lo hemos consultado a lo largo de los últimos treinta años. Además, ha escrito en 1974 la planificación del tratamiento que habría de dispensarse a los países subdesarrollados.
En un memorando de 1974, el entonces Secretario de Estado norteamericano alertaba a las autoridades de su país del enorme riesgo que podría ocasionar el desenvolvimiento demográfico en el mundo, especialmente en los países pobres; el trabajo, de concepción malthusiana lleva por título “Las implicancias del crecimiento de la población mundial para la seguridad norteamericana y sus intereses en el extranjero”, conocida también como “acta 200” y entre otros puntos señala:
a) el crecimiento demográfico después de la Segunda Guerra Mundial fue cuantitativa y cualitativamente superior a cualquier otra época histórica previa.
b) Existe una pronunciada diferencia entre el crecimiento demográfico de los países pobres y los países ricos.
c) Los países en desarrollo serán los más afectados por la mayor necesidad de alimentos.
d) El alto índice de natalidad, las migraciones internas y los altos índices de gente joven, bajan el nivel de vida, acarrean concentraciones urbanas y obligan a la emigración. Todo ello perjudica la estabilidad interna y externa de los EE.UU., ya que el daño en lo económico, político y ecológico también lo afectaría.
e) Las migraciones producen problemas sociales (a veces Violentos) que acarrean riesgos institucionales y deben preverse este tipo de hostilidades.
f) Los países menos poblados tendrán que hacer los mayores esfuerzos para dar alimento a aquellos países que no aplican políticas de control de natalidad.
g) Deben establecerse programas específicos para cada país en particular.
h) Esos programas deben lograr dos objetivos, una población mundial de no más de 6 mil millones para la mitad del siglo XXI, y como tope máximo permitido una población mundial de 8 mil millones, pero no más (contra una población proyectada de 12 mil millones para la mitad del siglo XXI ).
i) Se deben crear las condiciones para que se reduzca la natalidad. En épocas de escasez alimentaria, los conflictos serán inevitables.
j) Debemos tener cuidado, señala el informe, para que nuestras actividades no parezcan políticas dirigidas contra Ios países en desarrollo: sus líderes deberán ponerse al frente de un programa y llevarse el crédito de su éxito.
k) Para generar confianza en nuestras intenciones, se debe recalcar el derecho individual y de las parejas para elegir libremente y con responsabilidad el número de hijos.
l) Para evitar la escasez de comida y catástrofes demográficas se deben tomar medidas drásticas, aún cuando conlleve vulnerar principios morales; esto incluiría el firme control de los recursos alimentarios, nuestras pautas de consumo y programas obligatorios para los distintos países.
En este plan del Nuevo Orden Mundial, continuador del primitivo diseñado por Gran Bretaña para nuestro país, la República Argentina ha sido designada como reservorio por sus importantes recursos naturales, su extensión y su escasa densidad poblacional, la nueva colonización “ajustará” en número y calidad de vida de la población nativa conforme a las necesidades del nuevo orden esclavista.
Según datos de la UNICEF, aproximadamente el 22% de las niñas y niños de entre 5 y 14 años realiza algún tipo de trabajo, cerca de 1.500.000 niños desarrollan alguna actividad laboral.
Además, el 70% de los chicos que abandona la escuela lo hace por razones económicas y casi un 40% de los niños que trabajan abandonan definitivamente la escuela. De los adolescentes que trabajan el 58,2% no asiste a la escuela.
Las prácticas laborales incluyen actividades tales como: la mendicidad; la recolección de residuos en la vía pública; venta ambulante; reparto de estampitas en medios de transporte; el trabajo doméstico en hogares de terceros; la explotación sexual con fines comerciales; la pornografía y el turismo sexual; el tráfico de drogas; servicios a automovilistas en la vía pública (limpia vidrios, abre puertas, malabaristas, etc.); lustrabotas. etc. En tanto, los chicos que trabajan en el campo participan de la cosecha de productos agrarios, muchas veces en contacto con agroquímicos u otras sustancias peligrosas y realizan tareas de cultivo o cuidado de los animales.
Un gran sector de estos niños está al cuidado de hermanos menores mientras sus padres salen a buscar el sustento diario.
Sin embargo, luego de la crisis de fines de 2001, la población de chicas en la calle subió del 18% al 30%, porque “antes el rol doméstico de las nenas era mayor. Cuidar a los hermanitos implica que alguien en la casa trabaja, ahora no hay nadie que trabaje”, señala un informe de hace unos pocos años del Centro de Atención Integral a la Niñez y Adolescencia.
En el distrito de La Matanza, en el Gran Buenos Aires y el quinto distrito electoral por cantidad de votantes, durante los años 90, 280 habitantes llegaron a caer por día por debajo de la línea de pobreza o indigencia, 12 por hora o 1 cada cinco minutos.
Un informe de la UNICEF llamado “Estado Mundial de la infancia 1998” dice: La desnutrición es un fenómeno directamente relacionado con más de la mitad de los casos de mortalidad infantil que ocurren el mundo, una proporción que no tiene precedentes en la historia de las enfermedades infecciones desde la época de la peste negra. Y sin embargo, no se trata de una enfermedad infecciosa.
Los desnutridos sufren una mayor propensión a contraer enfermedades durante el resto de sus vidas o quedan mermados intelectuales, pone en peligro la existencia misma de sociedades enteras.
A pesar de todo ello, la crisis mundial de la desnutrición no ha causado una gran alarma popular, se presta más atención a los altibajos de los mercados bursátiles del mundo que al potencial destructivo de la desnutrición, o que a los iguales importantes beneficios que entrañan la nutrición racional, incluso a las pruebas cada vez más firmes de que el mejoramiento de la nutrición - mediante la ingestión de cantidades adecuadas de vitamina A y yodo, por ejemplo - puede beneficiar profundamente a poblaciones enteras.
La desnutrición es una emergencia silenciosa, pero la crisis que desencadena es muy real, y su persistencia tiene unas graves y amenazantes repercusiones sobre los niños, la sociedad y el futuro de la humanidad.
Contrariamente a lo que muchos piensan, el problema de la desnutrición no se limita a si un niño puede satisfacer su apetito. Ese niño puede ingerir una cantidad suficiente de alimentos como para calmar el hambre inmediata, y estar, sin embargo, desnutrido.
Se trata de una crisis, en primer lugar, relacionada con la muerte y la incapacitación de niños en gran escala, con miles de mujeres que pasan a engrosar las estadísticas de mortalidad materna debida en parte a carencias en materia de nutrición, y con el costo social y económico que estrangula el desarrollo y hace desvanecer las esperanzas.
Hace mucho tiempo que se tiene conciencia de que la desnutrición es consecuencia de la pobreza. Y cada vez resulta más evidente que la una también es causa de la otra.
Los niños desnutridos tienen una mayor tendencia a morir como consecuencia de las enfermedades comunes de la niñez, a diferencia de quienes reciben una nutrición adecuada. Y las investigaciones demuestran que existe una relación entre la desnutrición a edad temprana - incluso durante el período de crecimiento del feto - y el posterior desarrollo de enfermedades crónicas, como las enfermedades coronarias, la diabetes y la alta presión arterial. Los grupos más vulnerables son los fetos en desarrollo, los niños menores de 3 años y las mujeres antes y durante el embarazo, y en la etapa de amamantamiento.
No existe un solo tipo de desnutrición. La desnutrición ocurre de maneras diversas que a menudo se manifiestan combinadas y que se complementan las unas con las otras, como la malnutrición proteico-energética, los trastornos causados por la carencia de yodo y las enfermedades debidas a la carencia de hierro y vitamina A.
Cada tipo de desnutrición es el resultado de una compleja interacción de diversos factores que abarcan aspectos tan dispares como el grado de acceso de las familias a los alimentos, la atención materna infantil, el agua potable y el saneamiento ambiental, y los servicios sanitarios básicos.
Cada tipo de desnutrición mina y destruye el organismo humano de manera diferente.
La carencia de yodo puede afectar la capacidad intelectual; la anemia es una de las causas de las complicaciones del embarazo y el parto que matan anualmente a unas 585.000 mujeres; la carencia de ácido fólico en las embarazadas puede provocar a los hijos defectos congénitos, como la espina bífida, y la carencia de vitamina D puede causar deformaciones óseas, incluso el raquitismo.
Desde hace tiempo se sabe que la carencia de vitamina A, que afecta a 100 millones de niños de corta edad de todo el mundo, causa ceguera. Pero también resulta claro que aún la carencia leve de esa vitamina afecta al sistema inmunológico y reduce en los niños la capacidad de resistencia contra la diarrea, que anualmente provoca 2,2 millones de muertes infantiles, y contra el sarampión, que causa todos los años cerca de un millón de muertes de niños. Y los resultados de las investigaciones más recientes llevan a pensar que la carencia de vitamina A también es una de las causas de mortalidad materna, especialmente entre las mujeres que habitan regiones empobrecidas.
En la primera infancia, la anemia por carencia de hierro puede retardar el desarrollo psicomotor y afectar el desarrollo cognoscitivo mediante la reducción del cociente intelectual.
Se ha descubierto que los niños de edad preescolar que sufren anemia tienen dificultades para mantener la atención y para distinguir diversos estímulos visuales. También se ha establecido que existen relaciones entre la carencia de hierro y el desempeño escolar deficiente de los alumnos primarios y los adolescentes.
Los bebés de bajo peso al nacer tienen, como promedio, cocientes intelectuales menores que los niños sanos. Y los niños que no son amamantados, cocientes intelectuales menores de los que si son amamantados.
La privación de inteligencia humana en tal escala, y por razones casi totalmente susceptibles de prevención, representa un despilfarro de proporciones casi criminales.
Privados de su potencial intelectual y físico, los niños desnutridos que superan la infancia enfrentan un futuro de carencias. Serán adultos con limitadas capacidades físicas e intelectuales, con niveles reducidos de productividad y tasas elevadas de enfermedades crónicas y discapacidades, y en su mayoría vivirán en sociedades que no cuentan con los recursos económicos necesarios ni siquiera para brindar los más elementales servicios terapéuticos y de rehabilitación.
Según una fuente, solamente en 1990, las pérdidas mundiales en capacidad productiva social ocasionadas por cuatro tipos superpuestos de desnutrición ( la cortedad de talla y la emanación relacionadas con la desnutrición, las enfermedades causadas por la carencia de yodo y las causadas por carencias de hierro y de vitamina A ) representaron casi 46 millones de años de vida productiva y libre de discapacidades.
De los cerca de 12 millones de niños menores de 5 años que mueren anualmente de enfermedades susceptibles de prevención, sobre todo en los países en desarrollo, más de 6 millones perecen por causas relacionadas directas o indirectamente con la desnutrición.
Se trata de unas estadísticas lo suficientemente aterradoras como para que su reducción se convierta en una prioridad mundial absoluta y para que la falta de medidas en ese sentido resulte una afrenta escandalosa al derecho humano a la supervivencia.
En este contexto mundial, los niños y adolescentes argentinos, en un 50% son pobres y un segmento significativo son indigentes. La anemia por deficiencia de hierro afecta a gran parte de los niños menores de 2 años, alterando su crecimiento y el desarrollo cognitivo. La falta de nutrientes afecta a los niños en su desarrollo y en su rendimiento escolar. Un chico desnutrido padece una desventaja biológica, cultural, educacional y habitacional que trasciende toda su vida y compromete enormemente su futuro. Toda la sociedad está hipotecando su futuro.
DEUDA EXTERNA Y DESAPARICIONES
En nuestro país, las últimas décadas se han caracterizado por la lucha ciudadana de los organismos defensores de los Derechos Humanos en reclamo de juicio y castigo por los 30.000 desaparecidos. De la vereda de enfrente, se escuchan voces cada vez más fuertes que impugnan ese número de desapariciones, argumentando que los registros oficiales y los de las mismas organizaciones defensoras no alcanzan con exactitud esa cifra. Como si tronchar la vida de uno sólo de los habitantes de nuestro país por motivos políticos o sociales no debiera ser una tragedia para toda la sociedad argentina.
Es vergonzoso que se pretenda soslayar la cuestión moral e impugnar la legalidad del derecho a la vida por sostener tal o cual idea política, la pertenencia de determinado sector social o por la significancia de un número mayor o menor de víctimas.
La historia argentina es la historia de la sangre de hermanos derramada. El mismo Proceso utilizó el nombre de Reorganización Nacional, porque hubo en nuestra historia otro proceso, que lo precedió en idéntica metodología de exterminio humano y económico; me refiero al Proceso de Organización Nacional bajo la presidencia del General Bartolomé Mitre, en donde cayeron asesinados 40.000 gauchos en nombre de la modernidad, la libertad y la inserción económica y política de nuestro país en el mundo. Todos sabemos que esa inserción se hizo para beneficio de Gran Bretaña y sus socios menores locales: la oligarquía vacuna. Para entender bien 40.000 gauchos de aquella época con una población de 1.500.000 de habitantes, significa, comparándola con la población actual, el exterminio de un millón de argentinos, muertes indispensables para consolidar el sistema de coloniaje al que se sometió nuestra Nación.
Aquel Proceso de Organización Nacional no difiere en sus argumentaciones ni en sus procedimientos de la dictadura cívico militar autodenominada Proceso de Reorganización Nacional iniciado en 1976: también el asesinato y la represión dieron marco al cambio de titularidad a favor de los extranjeros de las fuentes de riqueza y del control de la renta nacional.
Desde 1976, se sucedieron diversas etapas en esta nueva colonización (a la par del endeudamiento fraudulento e ilegal); primero, el debilitamiento y posteriormente la quiebra del sistema económico nacional, para luego, y a consecuencia de esa misma quiebra, la entrega del mismo sistema económico a manos extranjeras a valores irrisorios y pagados con los títulos de la fraudulenta deuda externa que ellos mismos habían ayudado a crear.
En este proceso, no sólo se necesitó debilitar las fuentes productivas sino aniquilar la moneda soberana y el crédito, elementos básicos de la soberanía económica de un país.
Debido a los exabruptos fiscales de las autoridades de turno y de una inflación autodirigida para licuar los activos y los derechos económicos de los particulares (demoliendo así el ahorro interno), fuimos quedándonos sin moneda, y cuando estos métodos no fueron suficientes, no se dudó en utilizar otros más drásticos: corridas bancarias en los ‘80 con la consiguiente quiebra de numerosas entidades financieras y bancarias, la confiscación de los ahorros en los ‘90 con la hiperinflación y el plan bonex, y la más reciente, en 2001 con el corralito, corralón y demás argucias para dejar sin ahorro a las familias argentinas.
Desposeídos de los medios de producción y del control de la renta nacional, vilipendiado el ahorro social de generaciones presentes en las empresas estatales entregadas a precio vil (2,6% de su verdadera cotización, según un estudio publicado en Londres) y demolido el ahorro interno por los sucesivos planes confiscatorios devenidos de las crisis bancarias, la Argentina y los argentinos hemos perdido el rumbo y el control de nuestras vidas.
Como decía el General Perón, el año 2000 nos encontró dominados. Sujetos a una agenda de gobierno ideada en el extranjero.
En este sistema de dominación y de domesticación, los medios masivos de comunicación, integrantes del sistema, algunas veces han dejado filtrar la realidad, aunque intentando manipularla para consecución de sus fines.
Así, hace algunos años, nos conmovimos al ver la desnutrición de nuestros niños en Tucumán y todo el Noroeste argentino. El hambre estaba allí desde hacía mucho y continúa estando, pero nos fue mostrado en pos de un negocio: contraer empréstitos con el Banco Mundial para pagar míseros “planes trabajar” a millones de argentinos, mientras algunos reembolsaban jugosas comisiones de intermediación financiera.
Sin embargo, por encima de todas las especulaciones, el hambre existe y la desnutrición es un enemigo silencioso que nos va ganando la batalla por la vida y el futuro de los argentinos.
Estamos sujetos a diversas guerras silenciosas, la desnutrición como arma química que destruye las fuerzas físicas y mentales de las más jóvenes generaciones, combinadas con el incremento del consumo de drogas, cada vez más letales en sus consecuencias y el del alcohol, donde cada año se reduce la edad a la que se inicia su desenfrenado consumo. La combinación de estas armas químicas va produciendo un preocupante perfil para la sociedad argentina de los próximos años.
Aquellos jóvenes que sorteen el consumo de estas armas químicas, deberán sortear además cuestiones como el SIDA, la incorrecta ingesta alimentaria y otras inmundicias bacteriológicas. Si sortean ambas, deberán sobreponerse a una deficiente educación y a la vacuidad de los ejemplos de sus mayores.
Si logran sortear tantas calamidades, aún les queda el peso de sus congéneres que no habrán podido sobrepasar estos murallones químicos, bacteriológicos, educacionales y culturales en general. El sistema económico no tiene lugar para estas víctimas, pero los sobrevivientes deberán cargar social y económicamente con generaciones no aptas para identificar y entender las más elementales consignas, sean éstas para obtener un trabajo bien remunerado o una educación digna.
No es nada fácil lo que estamos dejando a las generaciones que nos han de continuar en nuestro país.
Y ello no es producto de la casualidad, sino de un planificado exterminio: Argentina ha sido designada como reservorio de las potencias imperiales y aquellos poderes han pretendido aniquilar nuestra capacidad productiva como nuestro sistema de educación y formación intelectual (que nos distinguía en el mundo), como así también nuestro sistema alimentario y energético. Necesitan el suelo y los recursos pero no la población argentina.
Y para ello, fue necesario contar, hoy como ayer, con un millón de desaparecidos.
Porque efectivamente, desde el 24 de marzo de 1976 y la implementación del plan económico, social y político de exterminio, la Argentina tiene un millón de desaparecidos.
¿Cómo?
Según el censo de 1970, conforme a la cantidad de habitantes censados y con los índices de aumento poblacional anuales, que se mantenían constantes en las últimas décadas anteriores a aquel censo, los censistas calculaban una población para el año 2000 de cuarenta millones de habitantes.
Sin embargo, al realizarse el censo en enero de 2001, los censistas quedaron estupefactos: en vez de una población cercana a cuarenta millones; los censados apenas superábamos los treinta y seis millones doscientos mil habitantes ¿Dónde estaban los cuarenta millones de argentinos y extranjeros que habitarían nuestro suelo para el año 2000?
Como producto del sistema imperante, expatriados por razones políticas y económicas, los argentinos radicados por el mundo ascienden a los dos millones ochocientos mil ciudadanos, casi el 8% de la población había sido obligada a expatriarse con el consiguiente desarraigo, dolor y pérdida afectiva y económica, porque aquellos argentinos ya no aportan su trabajo y conocimiento en nuestro país.
Se ha perdido, con ellos, millones de horas de estudio y millones de horas de trabajo con un alto valor agregado para empobrecimiento adicional de nuestro empobrecido país.
Entonces, las cuentas son claras, aunque silenciadas. Si los censados en 2001 alcanzan a treinta y seis millones doscientos mil habitantes y los expatriados a dos millones ochocientos mil, la suma de ambas cifras asciende a treinta y nueve millones de habitantes, cuando los censistas calculaban cuarenta millones de habitantes.
La resta de 40.000.000 proyectados y 39.000.000 censados nos arroja el faltante.
Y el faltante es la cantidad de argentinos desaparecidos por la imposición de este sistema económico y social: Un millón de desaparecidos.
A mi entender, esa es la verdadera cifra de desaparecidos de nuestro país en los últimos treinta años.
Explicados por varias y concurrentes causas, el índice de mortalidad infantil señala que más de once mil niños mueren antes de cumplir un año de vida por causas nutricionales, sanitarias, sociales y económicas, causas totalmente rebatibles de existir la justicia social. Llegó a morir un niño cada cuarenta y cinco minutos y su muerte no fue ni es un escándalo para la sociedad argentina.
El índice de mortandad de niños menores a cinco años llegó a alcanzar los diecinueve mil casos por año, según las cifras oficiales.
A estas víctimas hay que agregarles los ancianos que mueren por falta de adecuada atención médica. Los jóvenes víctimas de las guerras químicas y bacteriológicas. El resto de la población que no tiene una adecuada cobertura médica o por las indignantes condiciones de trabajo. Las víctimas de la inseguridad, porque la mayoría de sus victimarios son esclavos de las drogas. Los muertos en las protestas sociales, los abortos y toda una cultura de exterminio que se nos trata de imponer en nombre del orden internacional y la globalización.
Un millón de desaparecidos. Un genocidio a causa de un plan impuesto desde el exterior, y del cual la deuda externa fue la llave que abrió la puerta a todos los males. Y dado que la deuda contraída es ilegítima y fraudulenta, hasta tanto en los tribunales no se demuestre lo contrario, el nuestro es un genocidio de carácter financiero.
Un millón de desaparecidos.
Un Holocausto silencioso al que se somete al pueblo argentino, víctima propiciatoria de los imperialismos.
EL SISTEMA EDUCATIVO COLONIAL
En este contexto, no debe sorprendernos el empeoramiento de la calidad educativa. Desde siempre, la educación ha sido postergada, limitada y sojuzgada. Ser maestro es sacar patente de pobre para toda la vida. La vocación y el sacrificio de enseñar, que en algunos llega a inmolación, una y otra vez, cada día, se ve prostituido por el accionar de los múltiples responsables de la comunidad educativa.
Es que los docentes no solo han perdido capacidad salarial sino, por sobre todas las cosas, posibilidad de capacitación. Y un país que no capacita correctamente a sus docentes no puede aspirar a una educación basada en valores positivos para la construcción de la sociedad. Sin embargo, sectores docentes resisten más allá de sus fuerzas en la esperanza de un renacimiento nacional.
Una y otra vez, la educación es bombardeada, porque así resulta necesario para la perpetuación del sistema colonial. La colonización pedagógica de la que tanto hablaba Arturo Jauretche, es el instrumento de ese sometimiento en el plan cultural tendiente a impedir que se tome conciencia de la dominación e imposibilitar, en última instancia, el razonamiento.
La encrucijada “civilización o barbarie” se encuentra en la médula del criterio colonial, y lleva implícito dos errores básicos: confunde civilización con la cultura y desconoce la realidad vernácula como hecho cultural. En el fondo, muestra la forma de ver y conceptualizar el país: de afuera hacia adentro. No intenta enriquecer la cultura americana con la incorporación de lo mejor foráneo sino que busca imponer una cultura aniquilando la existente. Toda forma de resistencia a esta imposición queda caracterizada como anticultura, merecedora de los mayores desprecios.
Todo el sistema educativo argentino fue construido como un gigantesco aparato tributario de la colonización pedagógica, donde la escuela primaria desconecta a los niños de la realidad circundante, apartándolos del medio cultural al que naturalmente pertenecen; proceso continuado con la educación media, desnaturalizando e imponiendo criterios pedagógicos e ideológicos ajenos a la comunidad nacional; para culminar en la educación terciaria, que completa la visión deformante de la realidad y nutre con estos elementos las nuevas camadas de la organización establecida.
Un latiguillo muy común entre aquellos que han tenido acceso a niveles de educación superior, es quejarse de la colonización española y señalar que seríamos un país serio si, en vez de España, hubiera sido Inglaterra quien nos hubiese colonizado. Desconociendo, desde el vamos, que la contrarrevolución anglo criolla comenzó en 1811 con la desaparición física, política e intelectual de los hombres de mayo. “Seríamos Australia”, señalan en su brutal ensoñación. Los hechos y las conductas posteriores no dejan lugar a dudas: “seríamos África”, y hacia allá vamos…
Con la visible colonización Inglesa, nuestros pobres comerían el pan duro elaborado en una panadería de los suburbios de Manchester, en nombre, eso sí, de la división internacional del trabajo.
Como el imperio anglosajón decidió una dominación no tan materialmente visible, se sirve de la colonización pedagógica para propagar la ideología de las clases dominantes y defender en el terreno cultural sus intereses, siendo a la vez, causa y efecto: causa de la colonización económica porque nace de una manifestación espiritual de la dependencia material, y efecto porque sirve para apuntalar esa dependencia.
No es de extrañar, entonces, que nuestros modernos sistemas de enseñanza produzcan adolescentes que, según las últimas mediciones, en un 44% no entiendan textos sencillos, y sólo el 2% entienda perfectamente las consignas que se les piden. Y solo un tercio de los alumnos que egresan de la escuela secundaria tengan los conocimientos básicos e indispensables en ese nivel de educación.
LAS GUERRAS QUÍMICAS Y BACTERIOLÓGICAS
Concurrentemente, tres de cada cien personas mayores de 16 años consumen sustancias ilegales en la Argentina. Existiendo un marcado crecimiento del consumo de drogas entre los menores de 12 a 15 años. Según un estudio oficial, alrededor de 600 mil personas en todo el país están sometidos a este flagelo. Del mismo, se desprende que más del 66% de los encuestados consumen bebidas alcohólicas, el 39,8% tabaco y el 1,4% usó medicamentos en forma ilícita.
Entre los consumidores de drogas, el 40% declaró que lo hace más de una vez por semana. La ciudad de Buenos Aires, asiento de la clase media, presenta los índices más altos de consumo actual, 8% de consumo de marihuana y 2% de consumo de cocaína, índices varias veces superiores a la media de toda la población.
Lo que no se puede lograr mediante el hambre y la desocupación se logra mediante una deficiente educación y una alucinógena campaña a favor de la liberalización del consumo de drogas.
Si incluimos la utilización del uso de medicamentos sin prescripción médica, encontramos que los estimulantes son utilizados por los sectores altos de la población y el consumo de los sedantes aumenta en los sectores medios. Cómo si los sectores de altos ingresos necesitaran estimulantes químicos para afrontar el desarrollo de sus vidas, y los sectores medios necesitaran sedantes para aplacar la angustia y el miedo a perder lo que tienen.
De los encuestados, la franja de mayor crecimiento es la de consumo de alcohol entre la población de 16 a 24 años. Quienes dijeron haber probado por primera vez algún tipo de droga entre los 12 y 15 años, indicaron haberlo hecho fundamentalmente de la mano de cuatro sustancias: alcohol, marihuana, inhalantes y sedantes.
Las drogas ilegales son consumidas mayoritariamente por los chicos de bajo nivel económico y social, fundamentalmente mediante el consumo de inhalantes; sin embargo, el consumo de marihuana es mayor entre los menores que pertenecen a los niveles altos. La moneda entregada en limosna en una esquina de Buenos Aires se convierte en droga que aniquila las células cerebrales y somete al drogadicto a la euforia artificial. que desemboca en la mayoría de los casos en violencia callejera y en estados de confusión mental prolongados que separa al individuo de su conciencia y de sus afectos.
Así, una creciente marea humana alcanza la doble esclavitud: socio económico y espiritual, presos de sus debilidades, el Imperio construye enormes fortunas con los vicios y asegura con ellos su poder de dominación mundial.
La droga no es la única forma de alienación a la que nuestros jóvenes se hallan expuestos: el consumismo, Ia inseguridad, la falta de futuro, el miedo, el rechazo de la sociedad, de la familia y de sí mismos significan otras formas de alineación. “Si se ha de permitir que un niño viva otro humano tendrá que dejarle el lugar”, señalaba Malthus, y en esa lucha por los lugares estamos sometidos como sociedad.
La violencia en todas sus facetas, desde la familiar hasta la urbana, ha crecido alarmantemente en los últimos años; se estima que en Latinoamérica se producen 30 homicidios cada 100.000 habitantes por año, la segunda región en el mundo más peligrosa después del Sahara africano.
El incremento de la criminalidad se manifiesta especialmente en los jóvenes expuestos a la desocupación, familias desarticuladas y bajos niveles de ingresos y educación. La desafectación de los jóvenes criminales conmueve a la población, que sufre una creciente ola de asesinatos, a veces como una carrera de falsos honores, donde el mejor criminal es aquel que ha matado más policías.
Es hora de tomar conciencia y actuar en consecuencia para recuperar nuestro futuro.
Mientras esto ocurre en el mundo y en nuestro país, las estadísticas solo parecen mostrar un recuento de cuerpos, víctimas accidentales en la lucha contra la inflación o para garantizar el cobro de los bancos occidentales.
Asistimos al naufragio de una generación de jóvenes que, en un gran porcentaje, no estudia, no trabaja ni busca trabajo y encuentran en la droga y el alcohol el pase para cruzar una larga noche hacia la nada.
Mientras ello ocurre, los adultos se debaten contra su propia anomia. Esta carencia de normas que afecta todo el comportamiento social, promovido y exacerbado por las cúpulas dirigenciales y los medios masivos de comunicación.
Cierto es que se debaten las posibles soluciones, por vía punitiva o vía preventiva; estudios realizados tanto en Estados Unidos como en el Uruguay, señalan que en las poblaciones de mayores niveles de educación disminuye el índice de criminalidad, mientras este aumenta cuando menor es el nivel de educación. Y que resulta más económico otorgar una beca de estudio a un joven expuesto a situaciones de violencia que tener que capturarlo, juzgarlo y encarcelarlo, siendo las cárceles en la actualidad verdaderas universidades del crimen.
No significa esto que las modernas teorías de la abolición del derecho penal sean las adecuadas para el tratamiento y solución del problema, sino que es necesario una acción coordinada en varios frentes para encarar la pacificación de nuestras calles.
Pero mientras no tengamos presupuesto para encarar una verdadera reforma educativa, que contenga a estos grupos de riesgo por imposiciones de pago de los bancos acreedores, estos sectores de criminalidad seguirán creciendo, convirtiéndose en los sicarios de una sociedad que no logra contenerlos. El Imperio encuentra en ellos no sólo un mercado de consumo sino también un factor de control poblacional.
ALGUNAS CIFRAS LATINOAMERICANAS
América latina es la región más desigual del planeta.
La mitad de los jóvenes no termina la escuela secundaria.
Más del 30 % de su población vive en condiciones de pobreza.
68 millones de latinoamericanos viven en condiciones de pobreza extrema o indigencia.
En 2013 se contabilizaron 164 millones de personas en situación de pobreza.
La tasa de criminalidad cada 100.000 habitantes pasó de 12,5 al año en 1980 a 25,1 en el año 2006.
En Guatemala, el 48% de los niños sufre de desnutrición infantil.
El índice de Gini, que mide el grado de desigualdad o igualdad social, donde 0 es la perfecta igualdad y 1 la mayor desigualdad, tiende a considerar que un coeficiente menor a 0.30 como una situación de buena distribución del ingreso; entre 0.3 y 0.4 regulares; entre 0.4 y 0.5 como mala; entre 0.5 y 0.6 como pésimas, y aberrantes las superiores a 0.60.
Con anterioridad al Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, la República Argentina tenía un coeficiente de 0,35 (uno de los mejores); como resultado de la aplicación de las políticas neoliberales en 2002, el índice subió a 0.551 (uno de los peores del planeta). En el año 2012, el índice había bajado a 0.411, como comenta el Padre Juan Carlos Scannone, evidenciando aún la imposibilidad de la aplicación de las políticas impuestas por los organismos multilaterales de crédito.
Y como dice el Santo Padre Francisco I: “en este contexto, algunos todavía defienden las teorías del derrame, que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico imperante. Mientras tanto los excluidos siguen esperando”.
La Argentina, en 1975, se hallaba conformada con un 5% de pobres y un 90% de clase media; hoy, a pesar de la reversión de los índices sociales, la mayoría pertenece a la clase pobre.
En 1975, cada uno de los 24.000.000 de argentinos debía al exterior 320 dólares; hoy, los 41.000.000 de argentinos debemos cada uno 4.878 dólares. Un incremento de 15 veces, todo un éxito de los responsables de la muerte de 10.000 niños que, en algunos años, dentro de este período, fallecieron antes de cumplir cinco años de vida, como consecuencia del plan genocida de la deuda.
Algunos dicen que no tenemos memoria y no sabemos contar (por eso llevan nuestras cuentas afuera), pero sí que sabemos contar: se nos ha muerto, a todos los argentinos, un niño cada 45 minutos...
Lo escandaloso es precisamente que esto no sea un escándalo.
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