Por Paris Goyeneche
Francesco Salamone (1897-1959) fue un arquitecto e ingeniero nacido en la localidad siciliana de Leonforte. Decidió seguir los pasos de su padre en el oficio de la construcción e ingresó en el Colegio Otto Krause de Buenos Aires, donde se graduó con un título de maestro mayor de obras. Posteriormente, inició estudios en la Universidad Nacional de La Plata, primero, y en la Universidad de Córdoba después. En 1917, egresó con los títulos de arquitecto e ingeniero civil y, en 1919, obtuvo dos medallas como reconocimiento a sus diseños en exposiciones de Milán y
Barcelona.
Los primeros trabajos de Salamone como arquitecto e ingeniero - viviendas particulares y construcciones menores - comenzaron en la década de 1920, en la provincia de Córdoba. Al mismo tiempo, incursionó brevemente en la política en 1923, perdiendo las elecciones internas de la Unión Cívica Radical para representar al Departamento Punilla en el senado provincial.
Entre otros lugares de la provincia, trabajó en Villa María, haciendo allí una obra de pavimentación, un matadero, parque del cementerio y algunas plazas (como la denominada Centenario). Todas estas obras fueron realizadas en una intendencia a la que se le endilgaron hechos de corrupción. Se fue de la ciudad sin terminar algunos de sus trabajos (por ejemplo el matadero, que tuvo varias deficiencias), en tanto que obras como el asfaltado de calles no resistió los primeros embates del clima.
Luego se fue a trabajar a la provincia de Buenos Aires. Allí, coincidió con el comienzo de la modernización de la obra pública de los municipios del interior. Tenía una gran amistad con el gobernador provincial, el conservador Manuel Fresco, del Partido Demócrata Nacional. Éste le encomendó al arquitecto la tarea de edificar distintos edificios públicos en la pampa húmeda, dándole carta blanca para sus proyectos. La idea fue fomentar el crecimiento de los pequeños pueblos y ciudades del interior. Salamone llegó a construir más de 60 grandes obras en pocos años, y otras tantas obras menores.
La obra de Salamone tuvo el claro objetivo de lograr una arquitectura para un Estado fuerte y presente en los momentos importantes de la vida de los bonaerenses. Su característica principal es el monumentalismo, estilo muy en boga en la década de 1930. La espectacularidad es un rasgo distintivo de sus construcciones, que llegaban a elevarse a unos treinta metros, en comparación con el entorno urbanístico que las rodeaba, que generalmente no superaba los cinco metros de altura. Su estilo nada tenía que ver con el contexto en que erigió sus edificios, por lo que tuvo un fuerte impacto en el urbanismo provincial. Su trabajo se caracterizó por tres tipos de construcciones principales: municipalidades, portales de cementerios y mataderos. También realizó plazas, pórticos, mobiliario urbano y de interior de los palacios municipales, veredas y luminarias para mantener la coherencia de su estilo monumental.
Los palacios municipales, cuyas características principales son el monumentalismo y las torres, simbolizan la avanzada de la civilización sobre la barbarie o el desierto. Sobresalen como originales y emblemáticos los Palacios Municipales de Carhué, Guaminí, Pellegrini, Rauch, Tornquist, Puán, Alberti, Laprida, Adolfo Gonzales Chaves, Vedia y Coronel Pringles. El Palacio Municipal de Carhué, su obra municipal más importante, fue inaugurado el 3 de diciembre de 1938, que combina tres estilos elegantemente, art decó, futurismo italiano y funcionalismo inspirado en la Escuela de la Bauhaus, fue declarado “Monumento Arquitectónico Municipal”. Los cementerios se caracterizan también por su monumentalidad y enormes portales, que simbolizan el cuerpo humano reintegrándose a la tierra. Suelen ser obras integrales y no solo pórticos. Son especialmente impactantes los que edificó en las ciudades de Azul (cementerio de Azul), con el Arcángel San Gabriel representado como un gran Ángel de la Muerte custodiando la entrada y la gigantesca sigla RIP realizados en cemento, y Saldungaray, donde aparece el Cristo crucificado en un frente circular, así como también el que realizó para la localidad de Laprida, una enorme cruz, con un cristo de cuerpo entero, que es la segunda obra religiosa más alta de Sudamérica, después del Cristo redentor de Río de Janeiro, Brasil.
Los mataderos fueron obras funcionales en su representación arquitectónica. Uno de los principales exponentes es el de Coronel Pringles, cuya torre simboliza la hoja de una cuchilla.
Cuando terminó la administración del gobernador Fresco en 1940, Salamone se trasladó con su familia a Capital Federal. En 1943, se tuvo que exiliar en Uruguay, después de ser acusado de corrupción en una obra de pavimentación en San Miguel de Tucumán. Luego de que los cargos fueran retirados, volvió a la Argentina donde dirigió múltiples obras de pavimentación urbana y solamente proyectó 2 edificios de estilo racionalista y una vivienda particular. Los gobiernos posteriores, de distinto signo político, no continuaron valiéndose de sus servicios.
Luego de muchos años, la obra del arquitecto Salamone está siendo reconsiderada, valorizada y citada por parte de la prensa especializada, estudios de arquitectura, urbanismo e ingeniería. También varias muestras de fotografía se encuentran ocupadas en preservar su labor. Ello lleva a que los municipios aprecien nuevamente su trabajo, lo que invita a que, en plan turístico, la gente se acerque a conocerlo. En 2001, sus trabajos fueron declarados por el Estado como «Patrimonio Cultural de la Provincia de Buenos Aires» y, en 2014, muchas de sus obras se clasificaron como «Monumentos Históricos Nacionales» y «Bienes de Interés Histórico y Artístico Nacionales».
Viajamos a Sierra de la Ventana por gusto, amamos el lugar, y es imposible no pasar por la entrada del cementerio de Saldungaray. No hay más construcciones ni más altas en el pueblo. La tradición popular dice que la mayor causa de las desventuras de Francesco Salamone han sido por el juego. Y que la gran rueda que está detrás del Cristo yacente es una ruleta, como diciendo que las vueltas de la vida te pueden llevar al cementerio.
Los dejo en presencia de sus obras. Su influencia ha sido muy importante en la arquitectura bonaerense de la época, ya que otros arquitectos han tomado de su influencia para hacer palacios municipales. Así que incluso podemos ver en municipios de esa época, como el de Lomas de Zamora, varios elementos en común.