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Donald Trump Nos Ha Sacado de la Modorra.

Por Silvano Pascuzzo. Las derechas festejan, las izquierdas progresistas, se sumen en el abatimiento: ha ganado la Presidencia de los Estados Unidos, por segunda vez en su vida, Donald Trump.



Nadie parece satisfecho, excepto él mismo y sus votantes, que confían en éste personaje excéntrico y hasta brutal, para sacarlos de la anomia, la crisis y el desencanto. Allí está, sobreviviendo a dos intentos de matarlo, y a toda la parafernalia de insultos, agravios y descalificaciones, que la prensa – supuestamente independiente – ha vertido sobre su honor y su trayectoria. Cada vez que habla – con ese estilo sobrador y displicente, pero claro – crece el apoyo a su proyecto entre los norteamericanos del centro del país, principales víctimas de un modelo económico y social completamente agotado.


¿Qué se está muriendo en Estados Unidos? Muchas cosas. En primer lugar, su condición de potencia militar y económica dominante. Surgen, en el Oriente y en el sur Global, amenazas a su hegemonía; otrora floreciente. Pero al mismo tiempo, y en segundo lugar, una Estado y una Economía de producción y consumo, forjada al calor de la industrialización de fines del XIX y del New Deal de la primera mitad del XX. La Nación pujante y poderosa, que apareció ante el mundo luego de una guerra civil muy sangrienta y de una contienda mundial, absolutamente destructiva, se va muriendo. Estamos diciendo adiós, a los Estados Unidos de los Roosevelt y de Wilson, de Truman y de los Kennedy. Se cierra una época, que ya no volverá.

 

          También, los norteamericanos deben comenzar a despedir su opulencia, su despreocupada ignorancia, y su despilfarro de recursos estratégicos en aventuras fracasadas en el exterior. La Deuda Pública, la inflación y el desempleo, minan la seguridad de millones de hombres y mujeres en el Futuro, y destrozan el mítico Sueño Americano, con intolerable pertinencia. Los enemigos del imperialismo yankee, nunca se imaginaron – ni siquiera en sueños – que el telón fuera a bajarse de modo tan efímero, tan banal, tan normal. Estamos seguros que la mayoría de los estadounidenses, no han pensado nunca, en la emergencia de una crisis de tal envergadura, hasta el momento en que la han tenido encima. Suele ocurrir. Los pueblos son muchas cosas, menos clarividentes.

 

          Hay en Trump una esperanza, que a los sectores demasiado ideologizados, les cuesta interpretar. A prometido con seguridad y con firmeza, que los tiempos buenos volverán y que la nación estará otra vez, al frente de los destinos de la humanidad, como en 1917 y 1945. También – y sobre todo – como en los años 90. Amenazados en sus empleos por la importación de productos chinos y la competencia laboral de los latinos; viendo sus salarios consumidos por la recesión y el aumento de los precios; y temerosos de amenazas intangibles como el narco tráfico y el terrorismo; los habitantes de los estados mediterráneos de la Unión, quieren proteccionismo, restricciones inmigratorias y dureza en la aplicación de sanciones judiciales. Imbuidos de ideas tradicionalistas y conservadoras, no quieren oír  hablar de derechos y reivindicaciones socializantes. Quieren ser tenidos en cuenta por el Mercado, demasiado inclinado a aceptar el control corporativo y administrativo de las empresas multinacionales, los bancos y la burocracia pública.

 

El fracaso de Biden y de Harris, de los Clinton y de los Obama; no es un asunto sólo del Partido Demócrata. Es una cuestión que implica, in totus, a la Democracia Liberal estadounidense como sistema. La gente ya no confía en los envarados funcionarios de Washington, pero tampoco en los símbolos de la opulencia del siglo XX: las grandes corporaciones financieras e industriales. El auge de las tecnologías, abre espacio a empresarios como el mismo Presidente electo o su amigo Alon Musk, que a simple vista, parecen un remedo de los grandes emprendedores del siglo XIX.

 

          Hay esperanza en la población de un retorno a las glorias pasadas. Y más allá del realismo o la quimera – que el tiempo develará – eso es sano para el Pueblo y la Nación más importante de América. La República Imperial de Kissinger y  de Huntington, se despide; y un abanico de posibilidades la espera. De la actitud de sus dirigentes y del trabajo y conciencia cívica de sus habitantes, dependerá – como siempre – el resultado. El Mundo se transforma, y eso no es algo necesariamente positivo; pero al menos sabemos que no vamos a morir de inercia, sometidos a la dictadura brutal de un modelo decadente, nihilista y destructor del trabajo y de la naturaleza. Monstruo u Héroe, Donald Trump nos ha sacudido la modorra, y nos obliga a pensar en cómo imitarlo o derrotarlo. Eso es mejor, que quedarse

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