Por Matías Slodky
El primer artículo que redacté, allá por septiembre del año pasado, para Koinón se trató sobre algunos temas que me inquietaban pero, por sobre todo, que habían captado mi atención aquellos meses. El artículo refería, precisamente, sobre innumerables conjeturas del expresidente Juan Domingo Perón (1895-1974) acerca de doctrina, teoría y realización del movimiento popular fundado por él; el peronismo.
La intención en ese entonces fue sistematizar de forma muy breve, y porque no insuficientes, para tan poco texto y no gran redacción, algunas cuestiones filosóficas y doctrinarias, de las cuales remitía el peronismo, como movimiento nacional, popular y humanista, a tal punto de transformarse a lo largo de la historia en una visión y modelo de país, que, sin dudas, sigue siendo la que más se ha prolongado, atravesando distintas formas, momentos intensos, hasta nefastos, pero también de crecimiento y épica. Conservado un gen de transformación, que lo sigue convirtiendo en un movimiento superador de todo lo presentado en la política e historia argentina hasta el momento, desde los hechos auspiciados por la clase obrera, los sindicatos; en fin, por los sectores marginados y desclasados de la sociedad argentina, que marcharon aquel mencionado 17 de octubre en contra de todo pronóstico, con un único fin, la liberación inmediata de su líder, apresado días antes en la Isla Martín García. Aquel 17 de octubre, el peronismo selló el pacto con el movimiento obrero y las masas populares.
Dicho esto, me es innegable aclarar, que la dirección e intención de este breve comentario será, en la medida que se pueda, retomar y pensar la figura del teniente general, que ya hace 46 años partió, en las circunstancias que hoy transcurren en el país y en el mundo, intentando esquivar supuestos forzados, que sabemos nunca sirven para analizar los hechos.
Quizás el hecho mas destacable a retomar en estos momentos, es sobre la idea que Perón conceptualizó como “Comunidad Organizada”, la cual representaba para éste, la consolidación material de una Democracia Social que enlazara, en una misma idea sistémica, algo que Perón entendía que siempre existiría: el conflicto y el consenso.
Pero, inclusive profundizando esta concepción, esto se traslada con total naturalidad al terreno de la política ya que, para el conductor del justicialismo, antes que nada, está representaba una constante lucha y contraposiciones de intereses; pero, sin lugar a duda, la política para Perón también representa una posibilidad hacia la armonización de estos intereses en pos de lo que él llamara el bien general o el común.
Esta concepción teórica y práctica, como alguna vez lo ha expresado, es extraída fundamentalmente del filósofo griego Aristóteles. En esta línea, Perón expresa en varias ocasiones, tanto literarias como discursivas, la importancia y necesidad de cimentar lazos orgánicos concretos, los cuales se constituirán materialmente a través de instituciones serias y comunitarias libres. De tal forma que las luchas de intereses y los sectores que existen tras él se podrán transformar en un equilibrio de esta multiplicidad. Teniendo en cuenta que la herramienta para realizar esta cuestión será la autoridad irrebatible del Estado, ya que este representa, en el sentido aristotélico, la dicción entre el Pueblo y la Nación.
Para Juan Domingo Perón, la importancia del Estado como mediador y articulador del conflicto, atraviesa a puntos como la Economía Nacional, que garantice -más que claro en este contexto de Pandemia- las banderas de una soberanía económica. Aquí, las democracias que han encarnado un tipo de Estado neoliberal, como es el caso argentino en los últimos años, demuestran con urgencia que éstas deben ser superadas, por una verdadera Democracia Social.
Quizás, en estos momentos resulta imprescindible recordar con proyección estas opiniones, teoría y doctrina de Juan Perón, ya que, intuimos, que lamentablemente dan la impresión de haber sido despintadas, en algún punto, por una parte relevante de la conducción política que, a pesar de lo sucedido, sigue impartiendo y buscando, en una aproximación cercana al neoliberalismo o en un intento infantil de una socialdemocracia de índole liberal, soluciones “mágicas” que han verificado un rotundo fracaso a lo largo del mundo. Y que, más allá de la pandemia, han sido las responsables, en complicidad con los grandes grupos oligárquicos financieros y empresas mediáticas, de las recurrentes crisis económicas y sociales que han impactado en el globo en las últimas décadas.
Es más que necesario que el gobierno peronista actual, deje de lado la aspiración, tan ingenua, de continuar creyendo en el consenso y la armonía, en el marco de una creciente polarización, como la que se observa en el escenario político y social; observando, con relevancia, que existen sectores que no buscan una visión de país que incluya y construya, sino uno que especule y se funde en la mantención del privilegio de unos pocos. Es grave error del gobierno actual, a raíz de los hechos, seguir manteniendo la idea que estos sectores nefastos buscan cerrar la grieta y construir un “todos” como edificaba en su campaña el presidente Alberto Fernández.
La falsa solución de esquivar el conflicto, tal como indico Perón, está a la luz de los hechos; ésta empodera al enemigo, y le permite imponer su discurso y asignar sus posiciones de odio y violencia. La petición de encarar un rumbo legible, puntual y, por sobre todo, aplicado con una contundente rigurosidad, eficacia y audacia, será la clave para arrancar los motores del país, la legitimidad política y la concreción de las promesas electorales
Algunos de estos conflictos y promesas, de resolución necesaria, se encuentran en cambiar la matriz productiva argentina a fondo, para marcar una línea de políticas y crecimiento, postulando qué clase de país y economía de base industrial aspiramos a obtener. A su vez, avanzar en la quimera oscura en la cual se encuentra el poder judicial y su funcionamiento ilegal, con persecuciones, espionaje y complicidad mediática; por esta razón, es necesario decidir y avanzar en una reforma judicial profunda que rompa con este entramado delictivo en el cual convive y es partícipe la justicia, hace ya varias décadas. Por otra parte, la importancia de establecer reformas impositivas progresivas, que impongan justicia en los sectores concentrados de la economía, y beneficien a los sectores populares y medios del país. Y por supuesto, un plan de visión y acción internacional a desarrollar, para articular la salida de la pandemia; en otras palabras, la necesidad de comprender el escenario global y las posibilidades de nuestro país dentro de él.
Finalmente, a 46 años de su partida física, la acción de Perón, su doctrina y el movimiento nacional y popular, que han demostrado ser una visión de país y modelo de nación. Impulsa con firmeza la necesidad de gobernar, incluso ante las presiones, con el más demostrativo objetivo, el cual es cambiar la realidad, articulando y afrontando los conflictos sociales. Remarcar y resaltar estas ideas es, por arriba de todo, saber elegir las correctas intuiciones que guíen al juicio práctico, y hacia la solución categórica de todos los inconvenientes sociales, económicos y políticos.