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Triple impacto: económico, social y medioambiental

Por Bruno Amarillo

Frente a la grave situación actual de pandemia, medio ambiental y económica, solo unos pocos países cuentan con los recursos para que, luego de esta desgracia, los más postergados puedan salir a flote. Pandemia y medio ambiente.


Estos dos fenómenos de impacto internacional han generado pánico y conciencia sobre los alcances de un desastre social de una magnitud nunca antes vista. Con respecto a la situación medioambiental de larga data, y por el último informe de IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio climático), ya hablan de un ¨punto de no retorno¨, los cuales podrían ser devastadores; son umbrales que, una vez superados, desatarían cambios irreversibles, con una dinámica destructiva propia que ya no se puede frenar. El sistema de explotación colisiona de frente, y las consecuencias más duras de esta crisis golpean de lleno en los más vulnerables; en un sistema deficitario como el actual, que no alcanza a cubrir las necesidades, es el Estado quien debe proteger a los más débiles, quienes ven sus posibilidades de subsistencia muy comprometidas. El brote epidemiológico que nos ha tomado por sorpresa, evidencia la crisis estructural del sistema y expone en claro las profundas desigualdades con las que convivimos diariamente. Esta última es quizás la peor causa de muerte del mundo. Estos dos fenómenos han empeorado las condiciones de vida hasta del sector medio, degradándolo a una situación

apremiante.


Las políticas públicas que ayuden a paliar esta situación, deben estar orientadas a mejorar la calidad de vida y deben ser preventivas de otras enfermedades. Entendemos que, en esta Argentina federal, las asimetrías son mayúsculas, por eso es de suma importancia la regionalización de la infraestructura, como así también del financiamiento por sector.


En un sistema federal, el poder político se distribuye en más de un nivel de gobierno y, cuanto más centralizado esté el poder político, más dificultoso se hace su análisis. Los gobernadores conocen bien las realidades y son ellos quienes pueden marcar el camino. La Argentina es una república federal cuyas provincias poseen un importante nivel de autonomía política y, en menor medida, fiscal, y es ahí donde se abre una ventana hacia el futuro; esta coyuntura nos obliga, por lo menos, a una discusión con respecto a la cuestión impositiva y coparticipable.


Por ahí, sería interesante volver a la Constitución Nacional, en el artículo 124, donde aborda el desarrollo de la productividad, establece que las provincias podrán crear regiones para el desarrollo económico y social y establecer órganos con sus facultades correspondientes. También podrán celebrar convenios internacionales en tanto no sean incompatibles con la política exterior de la nación, ya que corresponde a las provincias el dominio originario de los recursos naturales existentes en sus territorios. Asimismo, el artículo 125 permite celebrar tratados parciales, de utilidad común, con el conocimiento del Congreso Federal.


Sabemos que, en cualquier reforma, los procesos son conflictivos, inestables y con altas dosis de incertidumbre, pero creería que ya tenemos estos elementos sobre la mesa. Muchas veces, nos encontramos con que la gestión termina consumiendo la fuerza política, por falta de estudio o de conocimiento práctico; quizás, deberíamos llamar a los que saben, técnicos- políticos de porte que conozcan cómo resolver los problemas de esta realidad que nos aqueja. Asimismo, todos debemos entender la centralidad del Estado y trabajar para hacerlo más eficiente y dinámico, y lo menos burocrático posible, para poder paliar esta situación de parálisis económica, institucional y productiva, desarrollando programas de incentivo de fácil ejecución.

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