Por Silvano Pascuzzo.
Es evidente que Argentina necesita repensarse como proyecto colectivo, como Comunidad. Los años transcurridos desde los inicios de la “Dictadura Cívico Militar Genocida”, han dejado una herencia de pobreza, marginalidad y destrucción del sistema productivo; que han afectado mucho las conciencias y los corazones de los argentinos y las argentinas, convirtiéndolos en átomos separados, en medio de un universo material de pulsiones economicistas y valores egoístas. La principal fuerza del Movimiento Nacional. Esto es su identidad y su cohesión basadas en la lucha por Derechos Sociales y Políticos, se ha debilitado tanto, que apenas sus miembros, tiene como horizonte, la ocupación de pequeños o grandes espacios de poder. Ningún valor trascendente, guía sus actos cotidianos; más acá o más allá de las palabras.
Es importante considerar que todo proyecto de desarrollo económico, requiere previamente una idea de Comunidad Nacional. China y Rusia, lo demuestran hoy mejor que nadie; en éste escenario internacional tan dinámico y cambiante que tenemos ante nuestros ojos. La propia decadencia – arto evidente – de Europa y los Estados Unidos, se debe – entre otras causas – al triunfo en sus sociedades, de la idea de la competencia individualista, como valor ético y moral supremo. El Patriotismo y la Solidaridad, han quedado relegados en pos de una insulsa y poco consistente idea: la de Mercado; concebido como un campo de disputa entre intereses materiales en pugna. Un presupuesto que considera a los humanos, en una de sus peores facetas.
Entonces, necesitamos repensar la Política como actividad, y sobre todo su misión reivindicativa y de lucha. Juan Domingo Perón solía hablarnos de Estrategia, como aquella dimensión intelectiva y práctica, donde expectativas y hechos se juntaban, en clave colectiva y de largo plazo. El Trabajo y la Producción eran vistos no sólo como productores de riqueza – a la manera de marxistas y liberales – sino como espacios de desarrollo espiritual y creativo para las personas involucradas en ellos. Seres humanos con sueños y obligaciones, con anhelos y deberes; compartiendo y luchando por un futuro común, en el que fuera posible la Libertad, sin aniquilar la Solidaridad. El Peronismo no propuso la “sobrevivencia” como meta de la vida humana; sino la Felicidad. Usa, otras categorías teóricas y doctrinarias.
En ese sentido, necesitamos reconstruir la idea de desarrollo, más que como fuente de riquezas, como motor de la felicidad individual y colectiva de nuestros compatriotas. Se pierde mucho pensando desde las ideas ajenas, resignando valores y principios fundamentales, en aras de la publicidad, el marketing electoralista o la acomodación táctica. El Trabajo es la herramienta adecuada para ayudarnos a realizar ese viraje, ese golpe de timón, que tanto tiempo llevamos esperando. Trabajo seguro, estable y bien remunerado.
El contexto internacional y regional, obliga a la Argentina a repensar urgente estos temas. Una exitosa política económica y requiere de una eficiente política exterior, y de un sujeto colectivo organizado, que, en Democracia, procese y gestione los conflictos, en función de síntesis que viabilicen proyectos concretos en el mediano y largo plazo. Y la clave de ello es, y será siempre, el Liderazgo. Hay que inculcar desde las instancias de responsabilidad institucional, una cosmovisión que ponga en valor otro modelo de sociedad, y no solamente firmar decretos y negociar leyes de escaso o nulo acatamiento. Persistir en la idea de organización popular, como antídoto contra la anomia, la mezquindad y el aislamiento individualista, debe ser siempre el deber toda dirigencia patriota y responsable.
La militancia política tiene aquí sin dudas, un papel que cumplir. No puede limitarse a ser correa de transmisión de decisiones verticalistas, pues al estar cerca de los vecinos y los trabajadores, puede impulsar actos cooperativos, pelear por reivindicaciones concretas y liderar localmente cambios y transformaciones, que acumuladas, harán sin duda la diferencia. El asunto de la autonomía, de la actualización de los mecanismos decisorios al cambio de las circunstancias puntuales que cada colectivo militante debe afrontar, es fundamental a la hora de evaluar el impacto de los esfuerzos de los compañeros y las compañeras en el campo concreto de su desempeño.
Hay mucho por hacer en materia de construcción de identidades colectivas, de organización y de herramientas conceptuales y prácticas de cara a la plasmación de un “modelo de desarrollo económico integrativo”, del todo contrario a éste que hoy tenemos, especulativo en sus esferas de poder y asistencialista y generador de pobreza, en su base. Una Argentina Nacional y Popular, no puede aceptar la pobreza como base y la beneficencia como método exclusivo de morigeración – nunca de superación de la pobreza – como actualmente ocurre. Otra Política es la condición esencial de otra Economía. Pongamos manos a la obra.
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