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Néstor. Ahora y Siempre

Por Silvano Pascuzzo

Nosotros, los que nacimos en la Política en los años ‘80, vivimos la crisis simultánea de un modelo económico y de un sistema de representación agotados. La Argentina industrial y productiva se deshacía, se desflecaba ante nuestros ojos, mientras la “Democracia” se convertía en elecciones cada dos años, y no mucho más. Entre el desempleo, la hiperinflación y las rebeliones militares, se fueron el Alfonsinismo y la Renovación; para ser sustituidos por el Menemismo y la Alianza; en una sucesión caleidoscópica de abyecciones culposas o exaltadas, de una dirigencia hincada a los pies del Poder económico local e internacional. Asqueados, tuvimos dos opciones: hundirnos en un hosco resentimiento o adaptarnos a la “realidad de los hechos”. Pocos fuimos los que seguimos luchando, tratando de salvar la coherencia, en medio de la derrota y la corrupción.

Pero, en 2003, un Flaco hermoso, desde el Congreso, nos prometió un Sueño y nos habló de convicciones y de generaciones diezmadas. Y con eso, sólo con eso, nos conquistó. Después prometió Verdad y Justicia, y cumplió; juró no seguir con la Deuda y pagó al FMI y lo echó de la Argentina; y, en Mar del Plata, habló de Patria Grande y terminó con el Alca. Hizo, en dos años, lo que el resto no se animó a hacer en décadas. Y, desde ese día, muchos de nosotros, los de los ‘80, le dimos nuestro respaldo y nuestra Lealtad. Creo que para Siempre.

Ahora se van a cumplir diez años de la partida de Néstor Carlos Kirchner, y uno ve el retorno de los viejos fantasmas con gran inquietud. Un PJ domesticado, un Sindicalismo abyecto y corrupto, una derecha repugnante, la Deuda, la desocupación y el desempleo; el Neoliberalismo en su renovada reacción; y se pregunta si habrá sido todo un breve respiro, un pequeño descanso, en la desgraciada Historia de un país que no puede ser, que no puede nacer, que se aferra a seguir peleando con espectros de odio y destrucción. ¿Kirchner habrá pasado en vano, por acá, por la tierra del mate y de los chantas, del café con medialunas y las rosquillas de shopping navideño?

Yo puedo hablar por mí, y decirles que no. No, porque nos dio Identidad. No, porque nos devolvió a la lucha. No, porque nos hizo crecer en medio de la desesperanza. No, porque puso las bases de algo distinto. No, porque nos convocó a una epopeya. No, porque a diez años de ausencia, le respondemos con un homenaje. Kirchner nos hizo Kirchneristas; salvó una tradición y una idea, para dejarla después en nuestras manos, en las manos de cada uno y del conjunto.

Una vez dije, en una reunión sindical, que “Néstor Kirchner me devolvió la Dignidad”. Y lo sigo pensando, quizás porque, de tanto fracaso y miserias soportadas, algún pedazo de esperanza se salvó, aguardando que llegara. No fue perfecto, no fue un héroe; pero fue un Presidente que nos hizo felices a millones, y eso es más que todo lo que un Presidente se pueda plantear como meta. Fue el tipo que, en el acto, le sacó a mi viejo un lagrimón, prometiendo Justicia.

La realidad actual vuelve a ser dura y difícil. Los que votamos al Frente de Todos en 2019, después de tener a Macri en la Rosada cuatro años, sabemos que no hay correspondencia entre lo esperado y lo logrado, aunque tengamos cada uno nuestra propia explicación de las causas de ese hecho evidente. Cristina se hunde en un silencio que no logramos saber si es de cansancio, hartazgo o complicidad. Massa y los liberales de su entorno, pasan de no poder controlar Tigre, a condicionar Ministros de Economía y poner la agenda del Gobierno. Gobierno al que llegaron con los votos de los kirchneristas; cuyos dirigentes, domesticados, contestan a eso, con generalidades y posturas conformistas, cuando no, con mentiras descaradas.

En lo que a mí concierne, sólo puedo decir lo siguiente. No me gusta Fernández. No soy oficialista. Desconfió del Frente Renovador. Daer y Acuña me parecen traidores. Arroyo me evoca a un charlatán y Cafiero a un tibio y a un salame. No deseo ni acuerdos ni pactos, ni consensos ni armonías. Detesto las buenas costumbres, la voz medulosa y las canciones de los Gatos que canta el Presidente.

Ah, pero no se confundan, sigo siendo un fanático de Néstor Kirchner. Ahora y Siempre.


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