Por Malena Barreiro Toloni
A finales del mes de septiembre, las encuestas realizadas por el CELAG revelaban una ventaja de alrededor de un 10,4% al candidato del MAS, Luis Arce. Hoy, nos enfrentamos a un contexto totalmente distinto. Carlos Mesa, quien perdió la presidencia en los comicios del año pasado frente al MAS, se posiciona como “posible” ganador.
Estos resultados no son una chiripa, son el corolario de un plan de contingencia impulsado por la derecha boliviana - siempre manipulada por la embajada estadounidense en La Paz - con el auxilio de la Iglesia Católica y las FF.AA. Bolivianas.
Malogradamente, Áñez fue la primera pieza de este programa, supo ser la mediadora de una transición. El gustillo de poder le sentó y fracasó al intentar postularse como candidata.
En su lugar, las fichas de la derecha boliviana están puestas en Carlos Mesa - candidato por C.C. -. Tal es el augurio que incluso Jorge Quiroga desistió a su candidatura por la alianza Libre 21, y admitió que se debe por el riesgo de que el MAS consagre la victoria en primera vuelta. Y manifestó que la responsabilidad de evitar el resultado preocupante para la derecha, recae en los candidatos opositores al MAS.
Estas declaraciones, compaginadas junto con las de Áñez y Aparicio1, exponen parte del entramado que se está germinando.
Resulta peyorativa la seguridad con que algunas personalidades manifiestan que la implicancia de la OEA será crucial para conseguir unas elecciones con transparencia, objetividad e integridad. En palabras de Evo, “[...] el mundo sabe que el único fraude lo perpetró la OEA [...]”.
La credibilidad de los observadores de la Organización de Estados Americanos se encuentra íntegramente cuestionada para las próximas elecciones del 18 de octubre. Similar a la caída de Zelaya en Honduras, basta con recordar el papel que jugó la organización un año atrás, cuando emitió un informe basado en resultados parciales, donde aseguraba la realización de fraude. En este sentido, la funcionalidad de la OEA valió de forma sagaz a la derecha para planificar un golpe de Estado que forzó a la renuncia de Evo.
Asimismo, el Secretario General de la OEA, Almagro, sostuvo que el pueblo de Bolivia deberá buscar la forma de garantizar la paz en el proceso electoral, y de evitar caer en las trampas de la polarización que se están tendiendo, generando espacios sociales de unidad para que este proceso dé lo que Bolivia se merece, un presidente democráticamente electo y legítimo.
Cuesta pretender la buena fe de Almagro, quien no hace mucho recibió al Ministro de Gobierno de la presidenta de facto Áñez, en busca de apoyo y proyectando un escenario post-electoral favorable2. Y quien adelantó la posibilidad de desconocer los resultados electorales si ganase el MAS.
Estamos ante un escenario que se repite. Una estrategia de absoluta violencia que vuelve a desplegarse. Un gobierno popular que es nuevamente amenazado por la táctica derechista, que consta de la opereta judicial y mediática, a la que se le suma amenazas y atentados a sus militantes. Cuyo caldo de cultivo y diseminación son las oligarquías locales.
Esta semana - la del 12 de octubre - día de resistencia, de memoria, conmemoramos aquellos hechos de violencia histórica que encajaron a nuestros pueblos con matrices coloniales eurocentristas. Conmemoramos el genocidio de nuestros pueblos y el saqueo indiscriminado de nuestros recursos.
La lucha por la liberación de los pueblos continúa hoy en día. Las elecciones en Bolivia, este año, se desarrollarán en una nueva oleada de colonialismo, distinto de aquel que presenciamos con el epicentro europeo, pero que, con matices similares, supo reestructurarse. Las elecciones de este 18 de octubre resultan cruciales para nuestro continente.
Debemos confrontar la realidad histórica, escuchando la historia de los vencidos, para poder frenar los procesos de exclusión y recuperar nuestra identidad negada a través de la censura y exterminio.
“[...] El único nacionalismo auténtico es el que busque liberarnos de la servidumbre real: ése es el nacionalismo de la clase obrera y demás sectores populares, y por eso la liberación de la Patria y la revolución social son una misma cosa, de la misma manera que semicolonia y oligarquía son también lo mismo [...]” (John William Cooke; 1964).
¡Hasta la victoria siempre!
Referencias
1- Áñez se rehúsa a entregar el mando a un candidato del MAS. Por su parte, Aparicio declaró que “Bolivia se enfrenta a las elecciones más complicadas, más difíciles y más importantes de la historia contemporánea”. Apuesta a la OEA como organismo que evocará la transparencia en las elecciones.
2- Sin embargo, medios bolivianos aseguran que la visita fue con el fin de conseguir apoyo financiero para el buen término del gobierno de Áñez y dar impulso a un plan de reactivación económica.