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Las fuerzas sociales del 17 de octubre

Por Matías Slodky

Artículo elaborado en base al trabajo final de la materia Sistemas Políticos Comparados (cátedra del Lic.Silvano Pascuzzo) de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Lanús por los estudiantes Matías Slodky y Delfina Julieta Bruno.

A partir de Pavón, se consolida un modelo de país instaurado por el mitrismo y el silencio de Urquiza. Aquí, el porteñisimo, de enjambre conservador pero liberal-oligárquico (que en Argentina forman un mismo partido, a diferencia de otros países, según el historiador Roberto Azarretto), con un poderoso elemento pedagógico, tanto en la subordinación semicolonial cultural hacia Europa, principalmente Inglaterra, como también económico, en un modelo agroexportador que se sostuvo hasta la década de 1930 (es decir, hasta la caída de Gran Bretaña como imperio); pudo lograr la unificación del país y la creación del Estado argentino. Aunque es indudable que este nuevo modelo de país conformó una semicolonia económica en manos de Inglaterra y la consolidación en el poder, hasta 1916, de las grandes familias de la oligarquía argentina, dejando de lado “una historia de gauchos y caudillos como el Chacho Peñalosa, Felipe Varela y Ricardo López Jordán”, algo renace en un sector del movimiento peronista.

Algo a mencionar para comprender las fuerzas sociales (entendiendo las fuerzas sociales en un sentido gramsciano del término, que lograron imponerse en la sociedad civil para consolidar una nueva hegemonía, en este caso, el peronismo) y los movimientos populares que formaron el peronismo, es la nueva sociedad de masas que surge a partir de fines del siglo XIX y principios del XX, producto de la corriente inmigratoria europea, en mayor parte de España e Italia, escapando de la pobreza europea y posteriormente la guerra. Esta corriente inmigratoria, al cabo de dos décadas, ocasionó un crecimiento exponencial de la población argentina, que a su vez generó distintas fuerzas sociales, acompañadas de nuevas ideas que esta amplia gama de sectores traían de Europa, formando así movimientos partidarios, anárquicos y, a su vez, partidos que se distanciaron del conservadurismo (PAN), como la Unión Cívica Radical de Leandro Alem.

La Unión Cívica Radical, a partir de las elecciones presidenciales de 1912 y 1916, consolida su poder en la figura de Hipólito Yrigoyen, quien contaba con un sustento basado en la incipiente clase media inmigratoria, los nuevos intelectuales “orgánicos” que se gestan dentro él, y parte de un sector de la oligarquía y de las grandes familias argentinas como la Alvear o la del mismo vicepresidente de Yrigoyen, Pelagio Luna, ( cuyo sobrino e historiador, Félix Luna, lo resalta como perteneciente a una gran familia del interior de la Argentina).

Estas son las nuevas fuerzas sociales del Yrigoyenismo, que conforma el primer partido moderno-nacional de la Argentina, aunque es claro que éste no logró consolidar en su interior a parte de las clases bajas y del pequeño sector obrero; la razón es que parte estos sectores estaban en distintos sectores del anarquismo, que tiene mucha fuerza para la época, claramente demostrada en la Semana Trágica de 1919.

En palabras del autor argentino Norberto Galasso (2016), la “UCR no alcanza a absorber esta población en crecimiento, superior a la necesidad del país conformado por el modelo agroexportador, sin destino industrial, en una economía asfixiada por el imperialismo” que el radicalismo no pudo romper y, en parte, profundizó, por lo que se puede decir que el radicalismo seguía formando parte de la Argentina liberal agroexportadora. Además, cabe mencionar que los sectores que este modelo de país excluía, tampoco encontraron representación en el partido de izquierda o socialista de Juan B. Justo y Nicolás Repetto, por el simple hecho de que esta izquierda estaba conformada por grandes familias de la oligarquía, sumada a la formación liberal de sus dirigentes, con una concepción eurocéntrica y basada en el nuevo socialismo evolucionista de Bernstein. Por esta razón, no pudieron acceder a ese sector de la sociedad, como sí lo hizo el peronismo; agregando que esta izquierda convalidó y fue parte de la lógica fraudulenta antes de la sanción de la ley Sáenz Peña, con el simple afán de consolidar puestos en las Cámaras de Senadores y Diputados de la Argentina. En este sentido, “todos estos personajes estaban a la espera de un autor, y quienes debían ocupar ese rol, no supieron hacerlo, tomando un camino antagónico” como sí lo fue Perón, que caracterizó perfectamente a la sociedad de ese entonces.

Ahora bien, esta lógica se vería interrumpida en 1943, precisamente con el golpe dado por un sector de las fuerzas armadas- GOU - el 4 de junio. El cual lleva a Juan Domingo Perón a ocupar un rol sumamente central en la vida pública y en la consolidación de las fuerzas sociales integradoras del peronismo, conformando un movimiento pluriclasista, donde el movimiento obrero cumple un rol central, debido a que, en los gobiernos de Justo y Ortiz, producto de la recesión y el desequilibrio global, se tuvieron que implantar políticas industrialistas, donde Raúl Prébisch ocupó la Subsecretaría de Hacienda y luego la presidencia del Banco Central; este nuevo desarrollo industrial provocó, en la sociedad argentina, un crecimiento material y político de estos nuevos sectores, como el sindical y el movimiento obrero; a su vez, producto de la migración de las zonas rurales al centro industrial, como expresa Norberto Galasso aquí:

El peronismo se manifiesta, desde su nacimiento, como la expresión política de una confluencia de sectores nacionales, entendiendo por tales aquellos sectores de la sociedad argentina que, en mayor o menor medida, resultaban sofocados por el viejo régimen agroexportador que conformaba una economía complementaria del Imperio Británico desde principios del siglo”.

El Peronismo y el liderazgo de su conductor logró realizar, de forma material, un frente pluriclasista nacido en el contexto de la Crisis del ‘30 y la Primera Guerra Mundial, integrado por sectores de clase baja y media, víctimas del sistema económico deformado. El sector militar con tendencias industrialistas, es decir, otro sector del ejército, del cual es parte Juan Domingo Perón y algunos integrantes del golpe del '43, que luego ocupan un rol activo en los gobiernos de Perón, como el Teniente Sosa Molina (Ministro de Defensa), el Coronel Juan Pistarini (Ministro de Obras Públicas), Ángel Solari (Comandante en Jefe del Ejército Argentino) o Bartolomé Descalzo (Ministro de Energía); por otro lado, sectores de la Iglesia y, sumado a estos, la conjunción de un gran conjunto del conservadurismo que entendían la necesidad de un proceso ordenado como respuesta a los cambios de carácter inevitable que configuraban el espectro nacional, en su mayoría sectores conservadores nacionalistas, que otorgaron, en forma de alianza y unión al peronismo, el aparato electoral, principalmente en las provincias del Interior, para las elecciones del '46, como bien describe el autor Roberto Azarretto en su libro “Historia de las fuerzas conservadoras”:

Por otra parte gran cantidad de conservadores, especialmente los influidos por ideas más nacionalistas intuyeron en Perón una figura capaz de asegurar el orden, y el mantenimiento de valores tradicionales de la sociedad argentina […] además, su figura tenía algo de los caudillos lugareños, que no podían reemplazar los pomposos políticos de Buenos Aires […] y el antiradicalismo del pueblo conservador hace que la mayoría desobedezcan a sus dirigentes y los votos van hacia Perón. Este fenómeno se repetirá en todas partes. En la provincia de Buenos Aires y en Entre Ríos, toda la dirigencia de segunda línea engrosara al peronismo. Hombres de la calidad de Dr. José Arce, Manuel Fresco en Bs. As.; el Dr. Radio en Entre Ríos, el ex senador José M. Villafañe en La Rioja, se convertirán en puntales del nuevo régimen. En Buenos Aires se conformarán el partido independiente con los conservadores que se acercan al nuevo hombre de la Argentina. Uno de los diputados de ese partido se llama Héctor J. Cámpora”.


Por otra parte, para los sectores descritos, existía la necesidad de quebrar la dominación del Imperio Británico hacia nuestro país, la cual no encontraba respuesta en el contexto de 1940, hasta la llegada de Perón. Para los años '40, no existía en Argentina frentes políticos donde los distintos sectores sociales, con sed de transformaciones y voz, pudieran ser representados de manera eficaz.

En cuanto a una parte del sector militar, este comprende la necesidad de generar una autonomía de abastecimiento y asesoramiento. Lo mencionado hace referencia a que las Fuerzas Armadas urgían por una industria pesada nacional que le provea las armas necesarias, y, por otro lado, el cese del asesoramiento extranjero. Se puede observar cómo las conquistas de este sector del frente justicialista se representan en la expansión de las inquietudes en las tareas productivas de Fabricaciones Militares.

El sector eclesiástico encontró, en el proyecto peronista, la forma de obtener influencias en las Universidades donde se desplazó a la oligarquía liberal. Por lo cual se puede entender la relación existente y la representatividad que halló el sector de la Iglesia con el Partido Justicialista como frente, sumado al origen y apoyo de sectores conservadores al peronismo, a los cuales la Iglesia adhería.

Conforme a esto, el sector trabajador, en este caso encarnado en la figura del obrero, que buscaba el avance en sus derechos laborales y de un progreso del salario en términos reales; es decir, la dignidad del salario en relación con el poder de compra del trabajador más allá del aumento en términos nominales del salario recibido. Es por eso que una de las motivaciones de los trabajadores, al no encontrar frente partidario que representará sus intereses (explicado anteriormente en la ineficacia del Partido Comunista y Socialista), fueron las expectativas que giraban en torno a Perón, haciendo referencia aquí al ideal justicialista por el cual se centra la ideología y preocupación en el hombre del pueblo, el movimiento figura una reivindicación del humilde, expresa la primacía de una clase única, siendo ésta la clase trabajadora, desentendiéndose de la concepción marxista de lucha de clases, ya que para el peronismo solo existe una clase, que es el pueblo. El peronismo es, entonces, profundamente humanista, concentra interés en el hombre, el cual es considerado el único fin y hacia quien se dirige toda acción, entendiendo al hombre social, proveniente de la idea aristotélica de que el hombre solo se realiza en el marco de una sociedad que también se realiza.

Llegado este momento, es vital nombrar la fuerza de la organización sindical que se incorpora a las filas del peronismo. La estructuración social en base a los trabajadores, es imposible dimensionarla sin los sindicatos, que tienen tras de sí al conglomerado de los trabajadores. Este proceso social, Perón ya lo empieza a dimensionar desde que accede a la Secretaría de Trabajo y Previsión en 1943. La gran mayoría de los sindicatos, considerados por Perón como instituciones libres donde se sustenta el peronismo, fueron una herramienta indispensable para entender el peronismo y el movimiento obrero. Recordando que, incluso los sectores sindicales de izquierda socialista o comunista, integraron y pasaron a ser los frentes sociales claves del peronismo y su ideal de comunidad.

Otro sector formante del frente en cuestión, es el sector industrial. Teniendo en cuenta los intereses de una incipiente burguesía de capital local que, en el contexto nacional de la década del '30, y con la preponderancia de dominación británica en el sector, el área industrial gritaba la necesidad de una protección estatal con miras a la expansión nacional. Es decir, que la porción social industrial encontraba en el Justicialismo una posible vía hacia el desarrollo de un capitalismo nacional.

Un capitalismo nacional, el cual ya se estaba gestando en el mundo, en forma de capitalismo industrial o Estado de bienestar. Ambos puntos notables generan un gran apoyo de los sectores laborales, y lo que se entiende como comunidad organizada, ya que Perón expresa que esta comunidad logra superar los intereses egoístas liberales; y, por otro lado, logra superar la esencia autoritaria del marxismo, en tanto busca el consenso entre las partes formantes. Por ende, Perón resalta la importancia de la tercera posición.

Cuando hablamos de Tercera Posición no consideramos nosotros que la llamamos tercera porque estamos entre el medio de las otras dos. No, nosotros somos la tercera porque venimos después de la segunda. Vale decir, la primera es el capitalismo, que nos llevó a esta situación; la segunda, el comunismo, que fracasó como solución. Nosotros somos la tercera, la que creemos que está en un justo medio por la concepción filosófica futura (Perón, en la Escuela Superior Peronista, 2 de julio de 1953)”.

Referencias:

Azarretto, Roberto, (1983) “Historia de las fuerzas conservadoras” Buenos Aires, Argentina, CEAL.

Gramsci, Antonio, (2017) “Notas Sobre Maquiavelo, la política y el Estado moderno”, Buenos Aires, Argentina, Edicol.

Galasso, Norberto, (2016) “El 17 de octubre de 1945”, Buenos Aires, Argentina, Ediciones Colihue.

Luna, Felix. (1984) “El 45”. Buenos Aires, Argentina.

Perón, Juan Domingo (2012) “Filosofía Peronista”, Buenos Aires, Argentina, CS Ediciones.

Perón, Juan Domingo (1949). “La comunidad Organizada”. Buenos Aires, Argentina.

Perón, Juan Domingo. “Tercera Posición y Unidad Latinoamericana”.

Perón, Juan Domingo (1947). “Doctrina Peronista, Filosófica, Política y Social” Buenos Aires, Argentina.

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