Por Silvano Pascuzzo
Los medios hegemónicos están desatados. Los desespera que Alberto Fernández, el hombre de los acuerdos y los consensos, impulse una agenda parlamentaria que busca su inspiración más en la heterodoxia, que en las recetas neoliberales que consideran sus directivos y editorialistas, las únicas viables y con respaldo internacional. La superación de la grieta – que era nada menos que la imposibilidad de cualquier salida a la crisis que no fuera la dictada por las corporaciones – se ha demostrado, cuando menos, imposible. Quiénes la han predicado con mayor convicción, son ahora los mismos que la abandonan estentóreamente.
Gobernar en beneficio de las mayorías populares, no es un acto neutro, conlleva costos y consecuencias. Y el Gobierno del Frente de Todos está comenzando a cosechar las ingratitudes y los insultos, de aquellos sectores sociales que están, por interés o por ideología, atados a los preceptos neo conservadores. Una minoría vociferante, histérica y, en algunos casos, violenta; acompaña actitudes y acciones de dirigentes acostumbrados a trabajar sobre el odio, el rechazo irracional al Pueblo y un elocuente desprecio por la convivencia democrática. En el terreno minado que éstos grupos dejan tras de sí, es en donde se deben tomar decisiones colectivas, de interés público.
En la última semana, Clarín y la Nación, junto con los medios audiovisuales asociados a ellos, desarrollaron una campaña destinada a separar al Presidente de Cristina Fernández de Kirchner. En una desembozada elucubración de peluquería de barrio, los columnistas a sueldo del poder económico, hablan de desavenencias, presiones y hasta aprietes del Kirchnerismo, contra la figura y la investidura de un Jefe de Estado, que parece – a juzgar por análisis tan disparatados – fuera un rehén en manos de un grupo terrorista. La Cámpora avanza, a tambor batiente, obnubilada por sus desmedidas ambiciones de poder, hacia el “coup de etat”; según la alucinada visión de estos badulaques, olvidando que son los mismos, que en 2009, alentaban a Cleto Cobos para que se postulara como eventual sucesor de la ex Presidenta, al amparo de las patronales agrarias.
Y claro, muchos cifran sus esperanzas en que un eventual desborde autoritario del Presidente – un hombre moderado hasta en la facha – les abra las puertas de un triunfo electoral en 2021. Con el agravante de una fraseología, digna de los años sesenta, con referencias explícitas al “Marxismo” y al “Comunismo”, que suenan más como desvaríos de reaccionarios que como argumentos políticamente responsables. Acompañados por señoras maduras, de aspecto inocultablemente decadente, en lo físico y en lo emocional, los periodistas de la derecha se regodean, en medio de un espectáculo bizarro, frente a las cámaras y los micrófonos, en una actuación mala e inocultablemente parcial.
¿Cómo responder a éstas maniobras? Bueno, aquí está, nos parece, el aspecto más relevante, porque la inmediata respuesta sería: con moderación y con cautela. Pero, al poco de pensarlo, nos damos cuenta de lo tramposa que puede ser esa salida, ante un contexto como el presente, plagado de dificultades. La operación mediática es, como siempre, la punta del iceberg de una maniobra política que busca erosionar al oficialismo, anegando su camino, en un mar de contradicciones internas, dudas y hasta reproches infundados. Seguir creyendo que es posible avanzar en acuerdos con sectores opositores que sólo ven en el Movimiento Popular, un remedo criollo del Stalinismo o el Fascismo, es un absurdo, además de una imposibilidad fáctica. La voz de los medios es la de las corporaciones, y no están ellas dispuestas a avalar, ni a tolerar, el más mínimo cambio a las medidas de ajuste y austeridad, hambre y desempleo, que han venido sosteniendo desde siempre. Los compañeros que creen – ingenuamente – en una Democracia de “buenos modales”, carecen como mínimo de sentido de la realidad, por no pensar en otras cosas, aún más terribles e inconfesables.
La intervención a la empresa agroexportadora Vicentín, desnuda estos aspectos preocupantes, al interior de la coalición de Gobierno. Recibir en Olivos a un delincuente, evasor y fugador serial de capitales como lo es el señor Nardelli, es un error serio, que no gana adhesiones ajenas y genera malestar, dudas e incomodidad entre los propios. Ese sujeto, violó la cuarentena dos veces, a bordo de un yate de lujo, con total impunidad. ¿Qué queda para el pibe que, yendo a ver a la novia – movido por la fuerza irresistible de sus hormonas –, perdió su moto a manos de la Gendarmería en uno de los múltiples controles vehiculares en los accesos a la Ciudad de Buenos Aires? El Gobernador Omar Perotti, saliendo de la reunión hablando de “otras soluciones más racionales”, remeda tiempos en los que su ex jefe político, el Senador Reutemann, renunciaba a su candidatura presidencial, a causa de las presiones recibidas por hechos que nunca quiso confesar.
Estas actitudes, y la tibieza que las acompaña, no conducen ni a la salida de la crisis ni a la dinamización de una gestión que, para muchos compatriotas, no es todo lo eficiente que podría esperarse de un Gobierno Peronista. Hay que ser fuerte, no sólo en el fondo de las cosas, sino en las formas; porque la debilidad en un sistema de gobierno presidencialista, es un problema grave, que no debe ni siquiera sugerirse.
Hace falta, entonces, avanzar con medidas tendientes a liquidar las bases de sustentación de la estructura de poder real en nuestro país. Necesitamos la Reforma Judicial, un impuesto a las grandes fortunas, cambios de fondo en el sistema de inteligencia, una política coherente de protección a la vida en el AMBA y, fundamentalmente, transformaciones en la economía y la producción. No es un momento para que referentes importantes se escondan de la opinión pública, o para que otros manifiesten voluntad de hacer concesiones a empresarios que han violado todas las leyes vigentes, usando los recursos públicos para especular y para fugar capitales mal habidos. Esa falsa moderación, se parece bastante a la traición, aunque el vocablo tenga lejanas reminiscencias jacobinas, que asustan a algunos liberales progresistas, domesticados por el posibilismo de la democracia formal.
Las próximas semanas serán decisivas. Quedará claro, en su transcurso, dónde se para cada uno de los actores relevantes de la vida política nacional. Perder la oportunidad que nos ha dado la Historia, sería trágico, letal. Hay que avanzar con determinación y unidad hacia cambios de fondo, porque el Mundo no será ya el mismo después de la pandemia y de la crisis económica, que es su consecuencia más notoria. Sin miedo. Con coraje. Y seguros de que un poco de Populismo, ante tanta verborragia hueca y vacía, no sólo alumbrará el camino, sino que resolverá las cuestiones que prometimos resolver. Para eso nos votaron. Seamos consecuentes. Seamos peronistas.