Por Gonzalo Cueto

El año comienza con el problema de Irán y el pedido de retiro de las tropas americanas de Irak. Por su parte, Irán, desde hace meses atrás, venía registrando conflictos internos que habían provocado un aumento del precio del petróleo; por otro lado, también se venía observando una escalada en la relación conflictiva con EE.UU. El ataque a la embajada americana, así como el asesinato del General Iraní, pusieron en alerta a todo el mundo, repercutiendo en el precio del petróleo de forma directa y en las bolsas internacionales durante varios días. Si bien las amenazas de guerra son una situación común en las campañas de reelección para un presidente en EE.UU., pareciera ser una puesta en escena más de todas las que lleva realizando Trump; eso sí, la zona vuelve a ser un tablero de ajedrez, en el cual van a jugar más que dos bloques (EE.UU.-Israel, Irak–Irán y Rusia-China), y la amenaza nuclear sigue latente, dado que Irán volverá a su proyecto de enriquecimiento de uranio.
El tema de la guerra también genera que la imagen de Elizabeth Warren (principal rival electoral de Trump) caiga, dado que ella está a favor de ésta (la sociedad americana se manifestó en contra en varias ciudades), y vuelve a poner en escena al candidato Bernie Sanders, quien está por la negativa. En respuesta a esta nueva situación, Nancy Pelosi (Presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU) anunció que el Congreso votará una resolución que pretende limitar las acciones militares del Presidente Trump contra Irán, en línea con lo planteado por el senador Tim Kaine, quien busca forzar un debate en el Senado para determinar si las Fuerzas Armadas de EE.UU. deben "participar en las hostilidades con Irán".
Esta situación imperante logró desviar la atención sobre el proceso de impeachment del presidente norteamericano, y las consecuencias de la guerra comercial con China parecieran también estar más calmadas, por la firma de la primera fase del acuerdo comercial. Sumado a esto, la reciente calma en los sectores financieros americanos, junto con el crecimiento económico y la baja del desempleo, hacen que Trump siga posicionándose como el eventual ganador de las próximas elecciones; por último, las complicaciones que existían con algunos países de Europa parecieran disminuir.
El Brexit tan esperado se concretará a partir del 31 de enero. A partir de ese momento, habrá un año de gracia para que comience el nuevo acuerdo comercial entre Europa y Gran Bretaña. Durante este año, no se sabe bien cómo se van a manejar las relaciones comerciales y aduaneras; sin embargo, Gran Bretaña plantea que, con su salida, volverá al crecimiento.
Paralelamente, Europa está cada día más asociada, en lo comercial, con Rusia y China. El gigante asiático controla el mayor puerto de Grecia, el mayor puerto interno en Alemania y, ahora, también busca el puerto de Marsella. Hay que recordar que, desde diciembre del 2018, el puerto de Sines (el mayor de Portugal) es parte de la Nueva Ruta de la Seda, terrestre y marítima, siendo el final del camino europeo. Como he señalado en otros informes, China está sufriendo una desaceleración de su economía, un pequeño aumento de la inflación, no sólo como consecuencia de la guerra comercial con EE.UU., sino también por factores internos, debido la inyección de dinero que se diera años atrás, sumados a la nacionalización de algunos bancos y la quiebra de algunas grandes compañías locales. Es importante resaltar que las últimas medidas económicas del gobierno chino fueron seguir con la inyección de dinero y bajar las reservas de los bancos, en pos de seguir prestando plata, lo cual contribuye al otorgamiento de más créditos basura (incobrables), los cuales terminarán poniendo en riesgo el sistema bancario. Sin embargo, parecieran estar dando algunos resultados y se prevé una cierta estabilización de su economía para este año. En primer lugar, esto se vio reflejado en el valor del yuan respecto al dólar. China sigue saliendo al mundo con el desarrollo, no sólo comercial y político, de la Nueva Ruta de la Seda. En este esquema, busca posicionarse en sectores claves y estratégicos, tales como los puertos, las rutas navegables y, sobre todo, los que generan energía (minera, petrolera, o sea en energía alternativa).
Por su parte, el gobierno de Rusia plantea su necesidad de estar más presente en América del Sur, y ser parte de un contrapeso frente a los EE.UU., según lo expresado por su Canciller, dado que el comercio es muy importante con toda la región. En este sentido, existe interés directo en Brasil y en Argentina, tanto en la búsqueda de puertos como en el desarrollo de tecnología atómica, específicamente con Argentina. Por último, el presidente ruso, mientras se manifestaba frente el conflicto en Medio Oriente, realizó una gira por Siria y Turquía.
En Argentina, la Iglesia le pide al gobierno que primero trabaje sobre la deuda social, antes que la deuda con el FMI, fundamentalmente porque el FMI es corresponsable de la misma. En este sentido, el propio Presidente reconoció que el FMI no puede pretender cobrar en función a lo que pactó con un gobierno irresponsable y que nunca pensó en cómo se devolvería. Hoy tenemos un país destruido que, si no empieza a producir, no va a poder enfrentar la deuda contraída pero, por más pelea que exista con el FMI y los acreedores, los mercados saben que Argentina siempre termina pagando y con altas tasas; la diferencia es que, esta vez, el ajuste no lo sufrirá el pueblo, sino que se busca crecer y generar riqueza primero, para pagar luego.
El Gobierno realizó el pago por u$s 850 millones de los vencimientos de un bono "discount" y el denominado "centenario"; con éstos, el mercado empieza a descontar una reestructuración favorable de la deuda, y un acuerdo con el FMI para la restructuración de la misma. Sin embargo, EE.UU. pareciera alejarse del apoyo a la Argentina y, en tal sentido, los mercados buscan las señal de ajuste por parte del Gobierno. El posible incumplimiento de los vencimientos de la Provincia de Buenos Aires generan una incertidumbre y dejan en alerta a los mercados.
El país recibido posee serios problemas macroeconómicos, entre ellos, el de su balanza comercial y fiscal. En cuanto a la producción, es necesario que se comience a reactivar algunos sectores claves, como es la construcción, que es la primera en mostrar un camino de reactivación. El Gobierno, por su parte, cumple con los sectores más postergados, como los Jubilados, y para aquellos que se encuentran en peor condición, el programa económico de solidaridad pareciera mostrar algunas señales alentadoras; igualmente, es muy reciente para poder realizar alguna medición y valoración del mismo. Se pueden resaltar los acuerdos sectoriales y la aplicación del programa Precios Cuidados como parte de toda esta política, al igual que el éxito de la primera salida del Ministro de Economía a colocar títulos públicos para enfrentar el vencimiento de $15.500 millones de Letras Capitalizables (Lecap), y los otros $26.500 millones que vencen a fin de mes.
En cuanto a la política exterior, esta situación de dependencia económica obliga al gobierno a manejarse con mucha cautela. La situación internacional, con Medio Oriente, Venezuela y Bolivia, lo obliga a no enfrentarse con Trump, sin tampoco olvidar su posición política e ideológica acorde a una Tercera Posición. La perspectiva del acuerdo con el FMI le da al gobierno un respiro; sin embargo, noticias como la de Irán nos generan una preocupación, debido al aumento del precio del barril de petróleo y al congelamiento en el país de su valor, lo cual deberá solucionarse a corto plazo para no generar un conflicto mayor. Se debe resaltar el trabajo del BCRA al lograr la baja de los intereses en el pago de las Leliq y dar los primeros pasos para que los bancos presten dinero a las Pymes por debajo del 40%.
Una de las urgencias de Argentina en materia estratégica, y sobre la que varios actores internacionales quieren trabajar, es el corredor de la Hidrovía del Paraná, ya que de él depende el 80% de la salida de los granos y cereales del país. En este sentido, hay que tener presente que el gobierno de Macri, en agosto del 2018, por medio de la Comisión Administradora del Río de la Plata, (organismo binacional integrado por Argentina y Uruguay) otorgó permiso para que el puerto de Montevideo pueda realizar el dragado de un tramo clave, transformando al puerto uruguayo en la principal salida de exportación del Río de la Plata (haciendo que Argentina pierda la salida directa del Paraná al Atlántico Sur y una ganancia de casi U$$ 5.000 millones anuales). En el mismo sentido, otro puerto que está compitiendo con Argentina es Puerto Williams, en Chile; su objetivo, en primer lugar, es atender la demanda logística de los navíos que van a la Antártida, para luego transformarse en un puerto comercial en la región. Es necesario que Argentina revea su política marítima y fluvial, replanteándose la necesidad de la refundación de una Marina Mercante de bandera nacional.
Comprender el escenario mundial es imprescindible para analizar nuestra política y nuestra estrategia a futuro, si nosotros no avanzamos sobre nuestros recursos, otros lo harán. En una palabra, el sistema financiero este año se encamina a la concreción de la recesión, que se predecía el año entrante.