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El peligroso desafío a la autoridad del Estado.

Por Silvano Pascuzzo


Entre la Impunidad de los que se Fugan y las Obligaciones de los que nos Quedamos.

La noticia del viaje del ex Presidente Mauricio Macri a Europa, actualiza una observación que ya hiciéramos unas semanas atrás, en éste mismo medio; cuando señalábamos la imagen de debilidad e impotencia del Estado, ante los desafíos de individuos o corporaciones, que se sienten por encima de la Comunidad, haciendo gala de su poder y su capacidad de autonomizarse de la Ley y de las normas vigentes. Un problema para un Gobierno que se inicia y que intenta, con todas las dificultades del caso, llevar adelante una política sanitaria efectiva, que salve vidas, ante la amenaza creciente que representa el COVID 19.

Macri ha desafiado, en un mes, en dos ocasiones a las autoridades argentinas, viajando a Paraguay y a Francia, inmediatamente después de que sus partidarios organizaran menudas pero ruidosas marchas “anti cuarentena”, en el centro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; compuestas por filo fascistas militantes, ancianos gorilas y exponentes de una fauna tan ignara, como brutal. Una estrategia amplificada por los medios hegemónicos, que continúan embarcados en un “periodismo de guerra”, que no desea mitigarse, a pesar de los gestos ampulosos de vegetarianismo político del Jefe del Estado.

La debilidad de la autoridad, ante individuos dispuestos a amenazar su capacidad de coacción – una función esencial y necesaria de la misma, en todo régimen institucional –, es un problema grave, que no puede ser subestimado por quienes ejercen cargos de responsabilidad; máxime cuando sus directivas apuntan a cuidar a los ciudadanos y ciudadanas, de contagios y de la expansión territorial y demográfica de una pandemia. No se resuelve el asunto con apelaciones a la “sensatez y los buenos modos”, sino con sanciones efectivas a quienes violentan las disposiciones del Estado.

Es inconcebible que millones de personas estemos impedidos de circular libremente, de visitar a nuestros amigos y parientes; mientras un “procesado” por la Justicia argentina, se fuga del país, ante la mirada impotente o la complicidad efectiva del Poder Ejecutivo y el Ministerio del Interior, que ni siquiera ofrecen explicaciones. Porque, si bien es cierto que no está el individuo en cuestión inhabilitado para moverse fuera de los límites de la Argentina, es también injusto – insistimos – que muchos compatriotas hayan tenido que esperar ser rescatados por Aerolíneas Argentinas, viviendo de la caridad o contratando deudas, mientras Macri se exhibe en hoteles de lujo, acompañado por su esposa de turno, cual si fuera un aristócrata decimonónico o un oligarca de los tiempos del Peso Fuerte.

La prueba de que éstos actos son desafíos políticos, la dan las declaraciones beligerantes de la plana mayor del Macrismo, al atacar – por enésima vez al Gobierno – acusándolo de autoritario y de aspirar al trastocamiento de las reglas de juego básicas de la Democracia Liberal. Una operación que no es gratuita, y que cosecha adherentes en lugares muy asociados al poder electoral del anti kirchnerismo, como Córdoba, Mendoza, Santa Fe o la propia Ciudad Autónoma. Están cohesionando a las propias huestes, para una confrontación que conciben larga y difícil, haciendo sonar tambores de guerra.

Por otro lado, el Alcalde porteño, juega a la templanza y la urbanidad, mientras opta por la estrategia opuesta a la proclamada por el Presidente y pregonada por el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires; profundizando la apertura de comercios y fomentando indirectamente, los contagios, en una línea más parecida a la de Trump y Bolsonaro. El propio Ministro de Salud, un “cheto” de apellido Quirós, ha deslizado la idea, también repetida por el calvo amigo del Presidente de la Nación, de que “debemos acostumbrarnos a convivir con el virus”.

Seguimos, entonces, preocupados – entre otras cosas – por los temores de los funcionarios públicos más importantes, frente a la responsabilidad ineludible, de hacer cumplir la Ley, a quienes la violan o amenazan violarla. Ese barroquismo discursivo, que deja confundidos a los que cumplen e impunes a los que no lo hacen, debilita la gobernabilidad y permite lecturas ambiguas, que pueden favorecer conductas más amplias de emulación; peligrosas en un contexto de crisis, como el que por largo tiempo, transitaremos.

Hay que entender, de una buena vez, que los adversarios del Frente de Todos representan intereses y estructuras de enorme poder de fuego, con apoyos externos de gran envergadura. El Estado y la Organización Popular a él asociada, son las herramientas de que disponemos para mantenerlos bajo control y poder avanzar – en algún momento - en reformas de fondo, que los limiten en sus despliegues y les recorten influencia y capacidad de daño.

El fracaso de “los buenos modos” se está haciendo evidente. El oficialismo pierde respaldo, y sus más fervorosos defensores entran en un cono de dudas, que aunque no se confiesen públicamente, ya existen en sus conciencias y en sus corazones. Desmovilizados, frenados por el Gobierno y encerrados en nuestros hogares producto de la pandemia, estamos inermes ante una minoría agresiva y voraz, dispuesta a todo para conservar el monopolio de las decisiones en la Comunidad, conseguido mediante ríos de sangre entre 1976 y 1983; y consolidado por la impotencia de una clase política canalla y corrupta, entre 1984 y 2003.

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