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El Frente de Todos y el enigma de sus metas estratégicas

Por Silvano Pascuzzo

Transformaciones de Fondo y Gobernabilidad

En este Junio que se inicia, en medio de los desastres económicos y sanitarios de la pandemia global, el gobierno del Frente de Todos registra resultados, a simple vista, muy ambiguos. Y esto por dos razones fundamentales: la importancia que la Salud ha tenido en la arquitectura decisoria del oficialismo, y por un elemento que le es intrínseco, como es la participación de muchos actores en la toma de decisiones.


Ya hemos dicho, en una nota anterior de Koinón, que la Argentina registra una cantidad de muertos muy baja, y que ello es un éxito en toda la línea, tanto del Presidente como de su Ministro de Salud. Desconociendo opiniones destempladas, capciosas e ignaras, de comunicadores y lobistas al servicio de intereses inconfesables, Alberto Fernández ha demostrado tener en éste tema, una firmeza y un temple admirable. La sociedad le reconoce liderazgo y humildad, y por eso lo apoya con determinación, y cumple – salvo escasisimas excepciones – las directivas emanadas de su persona.


Pero, a la par, pude verificarse un abandono – aún no sabemos si provisorio o definitivo – de muchas de las promesas de campaña. Sobre todo, de la Reforma Judicial, un elemento clave para derruir, desde sus cimientos, la estructura de corrupción, espionaje y lobby erigida por el macrismo entre 2015 y 2019, para perseguir opositores y meterlos presos, sin causas debidamente fundadas y ajustadas a Derecho. Eso que el Jefe del Estado llamara, en oportunidad de su primer discurso al Congreso, muy elocuentemente: “los sótanos de la Democracia”.


En éste sentido, los esfuerzos de la Vicepresidenta por avanzar en la creación de un impuesto a la riqueza, no fueron secundados ni con convicción, ni con energía, por el Gobierno y tampoco por los grandes capitostes del Partido Justicialista. Cristina teme la parálisis en áreas clave del aparato gubernamental, intuye ambigüedades muy evidentes en el discurso y en las formas de los principales funcionarios del Estado, y presiona – abierta y subrepticiamente – por cambios en las estructuras de poder; hasta ahora, sin éxito. Con Macri fuera del tablero político, y un Rodríguez Larreta, ya casi convertido en oficialista; la realidad del país, en lo político, comienza a alejarse de la configuración que tenía en 2019. Ahora, hay que gobernar, y para eso – quizás – algunas ideas sean consideradas, por muchos, improcedentes. El Kirchnerismo – que tiene en sus manos resortes importantes de poder – juega su continuidad como proyecto social y político en ésta partida de ajedrez; en la que perfila hombres y mujeres jóvenes, como estrellas nacientes en el firmamento institucional y electoral de la Argentina, sin revitalizar sus objetivos de mediano y largo plazo con claridad y contundencia.


Al mismo tiempo, es inocultable que el Mundo está cambiando a pasos acelerados y, claramente, puede verse cómo el Liberalismo entra en crisis en los países centrales de Occidente, siendo disputada su hegemonía por múltiples actores e ideas, que lo ven o como un enemigo o como una vetusta rémora de tiempos pasados; ya idos. La Democracia Pluralista se encuentra putrefacta, por la cooptación de sus líderes a manos del Capitalismo Financiero, que ha pulverizado a los partidos políticos, para substituirlos en la dirección del Estado por burócratas y técnicos, cuando no, por empresarios y gerentes de multinacionales. Cosa de la que fuimos los argentinos un banco de pruebas experimental, con desastrosos resultados.


Es claro entonces, que las fuerzas populares en Argentina, deberán emerger de ésta crisis que transitamos en un escenario distinto y mucho más complejo. Y que no alcanzará con las sutilezas discursivas y los buenos modales, a la hora de avanzar con transformaciones que reduzcan eficazmente la desigualdad, la miseria y el hambre. Los personeros del Conservadurismo lo saben. Apuestan por aprovechar las actuales condiciones, a los efectos de resistir con éxito y contraatacar en todos los planos. Saben que el Covid-19 frenó un aluvión creciente de protestas en casi todos los países, y que todavía el sistema conserva la suficiente fuerza como para imponer condiciones a la Política y a la Soberanía Popular.


Por otro lado, el eterno problema de las coaliciones afecta al Frente de Todos, al tener que convencer al conjunto de sus numerosísimos componentes de avanzar en medidas poco ortodoxas e innovadoras. El Presidencialismo convive y ha convivido muy mal con las alianzas, cuya única base ha sido la derrota de un hombre o de un partido. No sabemos, a ciencia cierta, cuánto de la aparente parálisis de vastas áreas del Gobierno obedece a ello, pero lo que salta a la vista – lo reiteramos – es la lentitud, la inacción y la falta de iniciativa demostrada para desarmar la comunidad de intereses que dieran apoyo a la Derecha en los últimos años, por no decir décadas.


Y es lógico que algunos pensemos que, sin una ofensiva exitosa, en pos de cambios de fondo, la gobernabilidad podría verse afectada, en la medida en que la pandemia vaya dejando – cosa que inexorablemente ocurrirá – el centro de la escena, a otros temas y cuestiones, tan graves como ella. Los medios concentrados siguen haciendo “terrorismo ideológico”, los fugadores seriales de nuestra burguesía cipaya y corrupta, continúan evadiendo y exportando divisas; una porción nada desdeñable de la gente permanece cegada por el odio, la xenofobia y una cosmovisión marcadamente reaccionaria de la vida y de la sociedad. La Argentina oligárquica, elitista y conservadora, está incólume, a pesar del fiasco que representara para ella su hijo más dilecto. No va a perdonar vacilaciones y dudas. Mucho menos, oportunismos y falsas vanidades al interior del campo popular.


En una palabra, los meses por venir dejarán claro cuánta hondura y cuánta voluntad de cambio hay en quienes toman las decisiones a alto nivel. En Política, los hechos, más lerdos que las palabras, suelen traducir con mayor fidelidad que éstas, el pensamiento profundo de quienes las pronuncian y los protagonizan.


Juntos, nos mostrarán, mejor que ninguna otra cosa, hacia dónde se desea ir y que metas se busca alcanzar desde el Gobierno. Por ahora, a pesar de la honestidad indiscutible del Presidente y de su vocación democrática, ambas cosas siguen siendo un enigma.


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