Por París Goyeneche
Un grande que no pierde presencia ni capacidad de asombro es el maestro Dino Saluzzi (Salta, 1935) que supo trascender las barreras culturales y se transformó en una figura de la música internacional con su bandoneón.
Hijo del popular compositor e instrumentalista carpero Cayetano Saluzzi, Dino tocaba el bandoneón desde su niñez. Además de su padre, recibió influencias de músicos salteños como el Cuchi Leguizamón y, por el lado del tango, de Francisco de Caro y de Agustín Bardi.
Desde su juventud, Saluzzi vivió en Buenos Aires, tocando en la Orquesta de Radio El Mundo. Se ganaba así la vida en orquestas, haciendo pequeños ingresos en ensambles de jazz (incluyendo un breve paso por el grupo del Gato Barbieri), desarrollando un personal estilo que hizo que fuera líder bandoneonista del folclore argentino y músico avant-garde (especialmente con Astor Piazzolla).
En los ‘70 tocó el bandoneón en la canción de León Gieco “Sólo le pido a Dios” por pasajes de Buenos Aires, y clubes de jazz como "Music Up" y en "La Trastienda" en el Palermo Viejo.
Muchos artistas de ECM Records y otros grandes del jazz han colaborado con Saluzzi: Charlie Haden, Charlie Mariano, Palle Danielsson y Al Di Meola.
Director de la cátedra de ese mismo instrumento en la UNSAM, la obra de Dino Saluzzi combina la música escrita y la improvisación con un lenguaje propio y, a la vez, universal. Las actividades de la cátedra están destinadas a difundir este legado haciendo foco en el valor de la transmisión oral de la música y en la importancia de la relación maestro-alumno para el potenciamiento del individuo como creador e intérprete.
Hace un par de semanas escuché el tema “It's all there” junto al clarinetista norteamericano John Ruocco y me enamoré una vez más de este instrumento. El bandoneón sigue y seguirá siendo el instrumento que musicaliza la historia de mi vida.
Aquí un par de links de Youtube:
https://www.youtube.com/watch?v=UTFkn-ZPvYc
https://www.youtube.com/watch?v=Lehfb5_axeU