Por Octavio Ciaravino
Se ha presentado en el Congreso de la Nación el proyecto “Marcha al Campo” una idea para repoblar la ruralidad, fundar nuevas comunidades y proyectar una nueva producción de alimentos sustentable y que genere trabajo genuino en nuestro país. El proyecto de Ley está presentado y propone la creación de sendas comunidades agrícolas en las tierras fiscales de todo el país, para que mucha gente pueda volver a sus provincias o radicarse allí y fundar una forma de vida nueva y diferente al hacinamiento y el desempleo en los cordones urbanos que rodean las grandes ciudades de nuestro país.
Tal vez así debería haber empezado la historia Argentina, allá por 1820. Tal como ocurrió en EEUU. La tierra en manos de los campesinos que quisieran vivir y trabajar en ellas. Criollos, indios y europeos, deberían haber accedido a toda la tierra que pudieran trabajar. Pero, en Argentina, el proceso se frenó por el hosco empecinamiento de nuestra oligarquía, que prefirió tener la tierra al cuete y vivir en Buenos Aires.
Pero podría ser de otra manera 200 años después. Si pensamos los grandes déficits de nuestra sociedad, podemos ver que casi se compensan entre sí. Tenemos mucha tierra; tenemos mucha falta de vivienda; tenemos muchas manos desempleadas; y tenemos demanda de alimentos de calidad. Casi que está cantado por dónde deberíamos avanzar: Repoblar la ruralidad; desconcentrar los bolsones de pobreza urbana; crear cientos de miles de puestos de trabajo; producir y vender más alimentos; generar más PBI; y facilitarles a todas las personas la posibilidad de vivir en una comunidad pacífica y trabajadora, en contacto con la naturaleza.
Este proyecto de ley ya tiene antecedentes que datan de la década del ‘70 en la Provincia de Buenos Aires. Allí, el Peronismo puso en marcha la creación de comunidades agrícola ganaderas, organizadas como una asociación civil, con la sesión de tierras fiscales en comodato.
Hoy, el proyecto está enriquecido por experiencias locales e internacionales, porque es verdad que la mayoría de los grandes países occidentales desarrollan programas de repoblamiento para los pueblos y comunidades rurales. Para ello, aportan fuertes subsidios a la producción agrícola y para que las familias jóvenes se radiquen allí. Acá sería incluso más fácil de lograr, ya que la necesidad de empleo y de vivienda son un problema acuciante y porque la producción agraria es autosustentable desde lo económico, por la calidad de nuestra tierra.
El proyecto está muy detallado y considera las diferentes historias de las personas y familias que podrían marchar al campo a una nueva vida. Pueden ser trabajadores rurales actuales que decidan dejar de trabajar en campo ajeno, hijos de trabajadores rurales que nacieron en la ciudad pero llevan la memoria de su pertenencia al campo, y personas sin experiencia rural pero que quieren aprender a trabajar y vivir la tierra.
Como puede leerse en su artículo primero:
OBJETO. La presente ley tiene por objeto promover y reordenar el uso de tierras fiscales pertenecientes a todos los niveles estatales para posibilitar y fomentar el establecimiento de personas y familias argentinas o residentes en nuestro país que opten por instalarse en ellas y dedicarse a la producción de alimentos, a efectos de la movilización de la fuerza de trabajo y creación de empleo genuino, generando valor agregado en origen, así́ como también un adecuado desarrollo científico y tecnológico, bajo criterios de mano de obra intensiva, soberanía alimentaria y desarrollo sostenible. Todo ello manteniendo la nuda propiedad del dominio fiscal, descartando su transmisión al dominio privado, cediendo los predios en forma de comodato a largo plazo.
El proyecto contempla la activa participación del Instituto Nacional de Tecnología Agraria (INTA), para brindar todo el conocimiento y las nuevas tecnologías para el manejo de un establecimiento agrario de distintas capacidades y objeto (ganadería, horticultura, siembra, etc.); supone también una renta básica para los primeros años de radicación, para que las familias tengan garantizada la subsistencia hasta que los establecimientos funcionen y, además, para recircular dinero en los pueblos cercanos, que verían un renacer en sus antiguas calles y galpones. En el artículo 5 se especifica cómo se organizaran las comunidades:
UNIDADES ASOCIATIVAS DE TRABAJO. La participación protagónica de la población inscripta en el presente Programa se garantizará a través de la constitución de Unidades Asociativas de Trabajo, Producción primaria y secundaria, Transporte y Comercialización, bajo el tipo societario de Cooperativa en los términos del modelo de estatuto del Anexo I. Todo ello de forma compatible con lo dispuesto por el artículo 14 bis de la Constitución Nacional y en especial con la normativa prevista en la ley 20.744 de Contrato de Trabajo, en la ley 26.727 de Régimen de Trabajo Agrario, y en la ley 27.118 de Reparación Histórica De La Agricultura Familiar Para La Construcción De Una Nueva Ruralidad En La Argentina.
Supondría también una inversión en obra pública rural, que vendría muy bien para reactivar la economía post pandemia. Hace falta crear o pavimentar nuevos caminos rurales, llevar el agua y la luz. Sería una forma de poner dinero público en algo con sentido de futuro, y no en mero asistencialismo.
El proyecto lleva la firma de varios diputados, encabezados por la diputada Rosa Martínez del Frente de Todos, y cuenta con el apoyo de muchas organizaciones sociales, políticas y sindicales. Además del interés del histórico movimiento cooperativista Argentino. Este proyecto se articula muy bien con las diferentes iniciativas que se debaten en el Congreso sobre el uso de la tierra fiscal y, puntualmente, sobre el monte nativo que ha sido incendiado intencionalmente.
Acordate de este nombre, “Marcha al Campo”, que es un nuevo horizonte para nuestra Argentina.